Imagine que tiene un negocio con el que mantiene a su familia. Ahora imagine que un buen día llegan dos personas y le dicen que les tiene que dar una cuota, digamos la mitad de lo que gana diariamente, para que su negocio no vaya a ser blanco de algún acto vandálico “por casualidad”. Usted acude a la policía y no hacen nada. Imagine que los mismos tipos llegan pidiendo que les de su coche o le dicen que arregle a su esposa o hija porque van a pasar por ella en media hora. ¿Cómo reaccionaría? Algo así es lo que pasa (o pasaba) en Michoacán.

Como las autoridades no hacían nada, surgieron los grupos de autodefensa. 

El problema no es nuevo, es más bien uno de los más arraigados en el estado. Desde que yo tengo memoria, la zona de tierra caliente es, en efecto, caliente; y lo ha sido con gobiernos priistas, panistas y perredistas. 
Michoacán es un estado complejo: tiene la aportación de remesas más importante del país; la industria del aguacate exporta a todo el mundo y en grandes cantidades; es el estado con más pueblos mágicos del país; Morelia es una ciudad clave en la historia de México; tiene el festival de cine más importante del país. ¿Qué hay en común?

Salvo por los nombramientos de pueblos mágicos, todo es gracias a particulares. Las autoridades poco tienen que ver en el mantenimiento del estado, por eso no me sorprende que la mitad de los michoacanos estén a favor de los grupos de autodefensas. 

Somos un pueblo (me incluyo porque vivo entre Mérida y Morelia) que ha aprendido a vivir y sobrevivir a pesar de las autoridades. Tenemos un gobernador enfermo que de repente está y de repente no está; un presidente que desde que inició su mandato no ha puesto un pie en el estado y de plano no habla del tema; un secretario de Gobernación que llega al estado, firma los pactos y huye, literalmente, cuando la gente todavía está aplaudiendo.

Según expertos, pasarán al menos 15 años para que el estado se recupere. Lo que es seguro es que eso sucederá gracias a los ciudadanos. Y no hablo solo de los michoacanos, hablo de todos los mexicanos, porque, ¿sabe qué?, Michoacán es México y su situación nos afecta a todos. ¿Cómo puede ayudar al estado? No hable de lo que no conoce, no exagere, no siga con la campaña de terror, no discrimine, no rezague y no juzgue. 

Tuve la oportunidad de tocar una de las campanas de la Catedral de Morelia, en un concierto del músico Llorenç Barber. Minutos antes de empezar, nos pedían que disfrutáramos el concierto y que hiciéramos que el público lo disfrutara, porque lo que Michoacán necesita es una actitud ciudadana, sonidos de paz y de fuerza que tapen la negatividad. No dejo de pensar en eso. Quizá soy idealista, pero no nos cuesta nada, es fácil y todos podemos hacerlo. Lo dejo de tarea.