Microbios eléctricos

Las bacterias “eléctricas”, Rhodopseudomonas palustris podrían algún día tener aplicaciones tecnológicas como en pilas biológicas o para generar biocombustibles.

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A primera vista la noticia de que se han descubierto microbios capaces de “alimentarse” de corriente eléctrica suena rarísima. ¡Son los aparatos los que funcionan con electricidad! Y sin embargo…

¿Recuerda sus clases de química? ¿Las horrorosas ecuaciones de óxido-reducción? La sustancia que gana un electrón se reduce (como le pasa al oxígeno). La que pierde un electrón, se oxida (por eso el oxígeno es “oxidante”).

Pues bien: detrás de los procesos vitales de comer y respirar hay solo reacciones de óxido reducción. La cosa es así: los alimentos que consumimos (por ejemplo, carbohidratos) contienen mucho hidrógeno. Al contrario del oxígeno, el hidrógeno es un “reductor” (tiende a ceder un electrón). Así, los carbohidratos son compuestos reducidos.

Lo que hacemos al comerlos, luego de transportarlos a través de la sangre a cada célula, es oxidarlos. A los carbohidratos se le arrancan electrones, que son pasados de mano en mano por toda una serie de moléculas en el interior de las células.

Ese flujo de electrones va liberando energía, y es lo que impulsa la maquinaria vital de la célula. Al mismo tiempo, el carbono y el hidrógeno de los carbohidratos, separados, se combinan con oxígeno para producir dióxido de carbono (CO2) y agua (H2O) que exhalamos al respirar.

Pues bien: lo interesante de las bacterias “eléctricas”, Rhodopseudomonas palustris (NatureCommunications, 26 de febrero) no es que usen flujos de electrones, sino que los pueden tomar no de otras sustancias en disolución, como normalmente ocurre, sino directamente de un electrodo metálico.

Ya se conocían bacterias capaces de donar electrones a sustancias sólidas, como óxidos de hierro, pero no a la inversa. Aparte de las implicaciones ecológicas (al parecer R. palustris puede, al oxidar el hierro a su alrededor, ir formando una capa de compuestos capaces de conducir la electricidad, con lo que podría robar electrones del hierro enterrado lejos de la superficie, donde vive), el descubrimiento podría algún día tener aplicaciones tecnológicas (por ejemplo en pilas biológicas o para generar biocombustibles).

Todos somos “eléctricos”. Pero no todos podemos, como esta bacteria, conectarnos directamente a la corriente.

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