Miedo al cambio

Abrirse a horizontes nuevos provoca reacciones defensivas y superarlas no es cuestión de un día.

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“Quien pretenda una felicidad y sabiduría constantes,  deberá acomodarse a frecuentes cambios”.- Confucio,  filósofo chino

Abrirse a horizontes nuevos provoca reacciones defensivas y superarlas no es cuestión de un día. En este proceso, el camino de crecimiento podríamos imaginar que se encuentra únicamente en experiencias y acontecimientos extraordinarios y, aunque éstos no faltan, es en lo cotidiano donde tiene lugar dicho crecimiento.

En este “viaje”, la responsabilidad recae en la persona que lo emprende; sin embargo, “los compañeros de viaje” contribuyen a los resultados. Al caminar juntos se produce la coparticipación en el destino humano; se descubren esperanzas, desánimos y también se afrontan momentos de descanso y el impulso para nuevas conquistas e ideales.

La persona humana es misterio y complejidad. No podemos llegar a la realización solos. Existen muchas maneras de vivir nuestras relaciones. Hay que concientizarnos de actitudes como: la indiferencia, el odio, la rivalidad, la solidaridad, el respeto, el amor, etc. 

Todos sentimos nostalgia de “algo” que trascienda nuestra vida. La respuesta es la “espiritualidad”. Palabra compleja que puede entenderse como el conjunto de aspiraciones, valores y creencias que organizan la vida y nos llevan a determinados comportamientos.

Por ejemplo, en las relaciones de amistad y de amor, para actuar con recta intención, sin “agenda oculta”, con acciones transparentes y desinteresadas, hay que revisar nuestras motivaciones, recordando que en toda motivación hay emociones, sentimientos y razones. 

Igualmente, están presentes necesidades y valores, por lo que es indispensable la coordinación entre éstas para un resultado armónico. Por eso, es conveniente cuestionarnos: ¿Dónde me encuentro cómo espos@, como padre/madre, como hij@, como trabajador/a, como ciudadan@, etc.? para no caer en la indiferencia, en la rutina, en la insensibilidad, en la resistencia a nuestro propio crecimiento humano y espiritual. Esas preguntas tienen un gran valor para nuestro paso por esta vida y la huella que dejemos.   

¡Ánimo! hay que aprender a vivir.

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