Migrantes, refugiados y vergüenza

Las aguas del Mediterráneo son una enorme tumba, quizás como nunca antes. Indocumentados, migrantes y refugiados son literalmente esclavizados por tratantes que luego los lanzan al mar.

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Las guerras, las epidemias, el hambre, la violencia han expulsado desde hace siglos a los hombres, a las mujeres, a los niños y los han convertido en nómadas, limosneros y refugiados. La historia ha sido implacable en estos casos y precisamente la modernidad supondría crear, primero, las formas para evitar o vencer las causas y, después, para solidarizarse con las víctimas que a pesar de todo hubiera y suavizar sus calvarios.

Pero no ha sido así. La globalización es aplaudida siempre y cuando los beneficiarios sean los capitales, incluidos los financieros que han demostrado su insaciable sed. De la misma forma, la medicina vence las enfermedades de quienes pueden pagarla, pero los países con “patologías de la pobreza” (como algunos investigadores suelen llamarlas) sufren las pestes de la misma manera que se sufrieron en la Edad Media. Además, esa misma globalidad se prohíbe en el caso de los refugiados a los que se llama indocumentados. 

Las mercancías y los capitales tienen libre tránsito, pero los seres humanos no.

El Vía Crucis de los Migrantes que ha encabezado el Padre Solalinde ha logrado, al menos momentáneamente, que el Instituto Nacional de Migración deje de aplicar a los centroamericanos las mismas leyes en nuestro territorio que denunciamos cuando se aplican en los Estados Unidos a nuestros nacionales. Y mucho me temo que con una violencia y un mal trato mucho mayores que los que allá conocen nuestros migrantes.

Es una magnífica noticia que ese Vía Crucis haya logrado detener la legislación e iniciar un diálogo. Pero la composición del Congreso norteamericano no presagia buenas noticias para un cambio que favorezca a los migrantes mexicanos, ni a los centroamericanos en México porque nuestra legislación depende de los tratados escritos y no escritos con el vecino del norte.

Otra dolorosa noticia es lo que ocurre en las migraciones hacia Europa. En estos días las aguas del Mediterráneo son una enorme tumba, quizás como nunca antes. Indocumentados, migrantes y refugiados son literalmente esclavizados por tratantes que luego los lanzan al mar. Este 19 de abril murieron ahogados entre 700 y 900 seres humanos. Cifra brutal que se suma a los muertos de los días anteriores.

Al tiempo se discute un tratado de libre comercio entre Estados Unidos y la Unión Europea. Es una vergüenza.

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