Para atender a una panchera clientela que supone afín, el PRD consiguió que el PAN, el PRI y el gobierno aceptaran posponer la votación del dictamen de la ley del servicio docente para consumar la reforma educativa que ratificará el Senado.

La noche del domingo, dada la estéril cerrazón de los profes, los diputados la aprobaron por apabullantes casi seis votos a uno.

De no atender la petición, el aún fructífero Pacto por México habría muerto.

Gracias a esa gestión perredista, los inconformes pudieron dialogar con diputados y senadores del PRI y de los otros partidos (con la sola excepción de los panistas, que pintaron su raya por la irrupción y vandalismo de los protestantes en San Lázaro).

Una minoría sin duda sustantiva del Pacto, la del PRD, fue escuchada en ese foro, y una todavía menor del magisterio también por el Poder Legislativo.

La ley pospuesta fue aprobada por 390 votos (incluidos 53 del PRD) contra 69 (40 de éstos perredistas) y el desenlace es lógico: con respeto a las minorías, termina imponiéndose la canija mayoría...