Moderno Coliseo Romano

Los gladiadores, que con sólo su esfuerzo, preparación e inteligencia, salen al coliseo para vencer la enfermedad.

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Todavía tengo fresca en mi mente la reciente visita a Roma, donde asistimos al Congreso Europeo de Reumatología. Foro con más de 10,000 especialistas reunidos con el objeto de intercambiar experiencias y conocimientos. Nuevas y promisorias herramientas diagnóstico-terapéuticas contra las cerca de 200 enfermedades del tejido conjuntivo fueron presentadas.

La vetusta y magnificente capital italiana alberga entre muchos al Estado Vaticano, el Coliseo, el Castillo de San Angelo y el Panteón de Agripa, entre muchos. Pero, sin duda, destaca no sólo por su majestuosidad, sino también por cruentas historias de muerte para distracción de los ungidos, senadores y pueblo: el Coliseo.  ¡Sí!, lugar donde la muerte era la constante, ya sea de gladiadores o animales, donde en estéril lucha confrontaban fuerza bruta contra inteligencia, sólo por diversión. Como sucede siempre al final, emulando a Poncio Pilatos, todos terminan diciendo: “Me lavo las manos”. 

Testigo mudo de lamentable barbarie, fue Juno, quien irónicamente era “reina” de los dioses, representante de la maternidad e integrante de la Tríada Capitolina, importante culto romano. Cualquier semejanza con el mundo y tiempos actuales es pura coincidencia. En nuestro Yucatán y evocando a Ricardo Palmerín, diría: ¡Hay semejanzas maravillosas! 

En pleno siglo XXI, las similitudes son cual calca en el interior de instituciones. En previa entrega de Milenio Novedades, hablamos sobre particular vasallaje disfrazado, durante la formación de futuros galenos. La moderna diosa Juno acecha desde el Panteón de Agripa.

A manera de analogía, traería a colación  las cruentas batallas verbales,  consecuencia de un entorno que exige altos niveles de atención  y concentración, elevada responsabilidad, sobrecarga de trabajo, etc. Este escenario evoca a los gladiadores, que con  sólo su esfuerzo, preparación e inteligencia, salen al coliseo para vencer la enfermedad.  Lo mencionado es factor de riesgo psicosocial que, si se gestiona de una forma deficiente, tendrá, sin duda, consecuencias negativas para la salud de los trabajadores en forma de estrés laboral, burnout o mobbing. 

Los riesgos psicosociales acaparan un tercio de accidentes y enfermedades relacionados con el trabajo y 17% de las bajas laborales. Si bien no es factible hoy día cambiar las condiciones  relatadas, por lo imbricado de la turbulenta economía de nuestro país, es importante cuidar como colectivo profesional de nosotros mismos. Cambiemos vicios y erradiquemos perjuicios. Hoy es el día.

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