Morir en la era millennial

La muerte de Fidel Castro desató una caja de Pandora en las redes sociales.

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La muerte de Fidel Castro desató una caja de Pandora en las redes sociales. Los responsables de su apertura, nos guste o no, fueron los millennials y esa moda de hacer de todo una cuestión políticamente correcta. 

El líder moral, histórico, de hecho y deshecho de la revolución cubana que derrocó a Fulgencio Batista en 1959, es innegablemente una figura clave del siglo XX, cuya sombra benigna y mano nefasta movió los hilos de la política en América Latina hacia donde le convenía para mantener el sui géneris régimen comunista caribeño. Su figura de líder opositor en los tiempos de la “pax americana” le ganó simpatía entre los movimientos contrarios a la hegemonía estadounidense, filiación que aún hoy está arraigada en la psique política mexicana, incluso entre los jóvenes usuarios de redes sociales. 

El anuncio del fallecimiento de Fidel Castro ya muy entrada la noche del viernes dejó en manos de los medios de comunicación masiva, electrónicos e impresos, el encargo de dar a conocer al gran público la espectacular e inesperada noticia. Cualquiera que buscara conocer más detalles sobre la muerte de Castro recurrió en las primeras horas a internet, libre de censores e intereses más allá de los propios, creando “tweet” a “tweet” una bola de nieve ideológica que para el domingo y lunes, sobrepasó la de otros acontecimientos similares: la imperiosa necesidad de defender al difunto. 

Visto desde una trinchera periodística, los millennials mexicanos no conocen quién y qué fue Fidel Castro para Cuba y para nuestro país, y esto lo detectamos en su actitud hacia el difunto y su obra, pues en las redes sociales pocas han sido las voces jóvenes que demuestran una visión imparcial sobre ambos, privando en muchos esa curiosa actitud “revisionista”, tirándole a exculpatoria, tan recurrente hoy en internet, cuando se trae a colación los pasivos del régimen cubano.  

Para muchos jóvenes usuarios de la red, “twitteros”, “vloggers” o “youtubers”, la muerte de Fidel Castro no supuso más que una tendencia a la cual sumarse para ganar seguidores y público, sencillamente porque a estos el tema no les llama más allá de la instantaneidad, de la “muerte de un famoso”. Con este tema, la ola “millennial” evidenció su carencia de cultura general. Esa que es  ajena a las corrientes web. 

Sólo así se explica que en varios “timeline” de Facebook y Twitter, jovencitos no mayores a 25 años se hayan enfrascado en debates interminables en defensa del “comandante Castro”, algunos incluso comparando la llamada guerra contra el narco de Felipe Calderón, con los números rojos de la represión que orquestó Fidel y sus cómplices en el poder.  Cierto, en México tenemos muchísimos problemas sobre el respeto a los derechos humanos, la libertad de prensa y la democracia, pero no por ello debemos ignorar la negrísima herencia de Castro o “ese viejito”, como los ven los millennials. 

En un programa de televisión, analistas políticos responsabilizaron a este grupo social web por la victoria de Donald Trump, aduciendo que buscan los placeres de la democracia, pero sin luchar o entender lo que tal palabra significa. Aún cuando quien escribe esta columna no considera a los millennials santas palomas “twitteras”, tampoco siento que sean la quintaesencia de los problemas al nivel que afirmó aquel analista de la catástrofe; sin embargo, el deceso de Fidel Castro evidencia que a muchísimos de nuestros jóvenes usuarios de internet les falta cultura, necesitan un bagaje más amplío tanto para comprender los acontecimientos del mundo que les antecedió, como para no repetir nuestros errores y ser víctimas de los Castro, Díaz Ordaz, Franco o Pinochet del siglo XXI. 

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