El mundo de las emociones (VI)

La persona que perdona cambia. Cambia por fuera, su semblante, su salud física. Cambia por dentro, sus pensamientos, sus sentimientos, sus estados de ánimo, su manera de ver la vida.

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Hoy veremos los dos últimos pasos para cerrar –virtuosamente- el círculo del perdón:

4°. Cambiar. La persona que perdona cambia. Cambia por fuera, su semblante, su salud física. Cambia por dentro, sus pensamientos, sus sentimientos, sus estados de ánimo, su manera de ver la vida. Logramos seguir adelante, aprendiendo a dejar atrás la ofensa y sentirnos libres y ligeros; alegres y felices. Cambiar, nos llevará al último paso que cierra el círculo virtuoso del perdón, considerando qué es más conveniente… 

5°. Volver o dejar ir. Ambas decisiones son en extremo difíciles, pero completamente necesarias para cerrar el círculo del perdón. Si nos sentimos seguros de que las condiciones son propicias, lo ideal es reconstruir la relación. Esto es necesario, sobre todo cuando el ofensor es la pareja o los padres, algún hermano, inclusive alguno de nuestros hijos o nietos. Volver y restablecer las relaciones con el ofensor será el broche de oro que cierra el círculo virtuoso del perdón. Pero, si las condiciones no son propicias, hay que dejar, sin resentimientos, que esa persona salga de nuestra vida. Hay que dejarla ir.

Jovencitos, al conocer el círculo virtuoso del perdón, alguien me dijo: 'Entonces, es muy difícil perdonar'. Y le comenté: '¿Quién ha dicho que es fácil hacerlo?'.

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