Negar o asumir

Nuestra existencia está siempre orientada hacia los demás en diversas situaciones y escenarios en la búsqueda de un mundo más justo y más humano.

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Merecer la vida es erguirse vertical más allá del mal de las caídas. Es igual que darle a la verdad y a nuestra propia libertad la bienvenida…- Eladia Blázwuez, poetisa                                         

La verdad es que rara vez enfocamos los verdaderos hechos cuando aparece una situación difícil de manejar, y optamos por “contarnos un cuento” acerca de nosotros mismos o de los demás. Por ej.: “no, no estoy molest@...”, “mi familia es maravillosa…”, “mi mamá, era una santa”, “somos la pareja ideal, jamás discutimos”, etc.

La negación es el ardid al que recurrimos para vivir fuera de la realidad cuando es dolorosa y no encaja en nuestro modo de ver la vida, sencillamente adoptamos la actitud de “todo va de maravilla”. 

La persona humana no se realiza en solitud. Nuestra existencia está siempre orientada hacia los demás en diversas situaciones y escenarios en la búsqueda de un mundo más justo y más humano. Hay diversidad de actitudes para relacionarse, tales como indiferencia, rivalidad, odio, solidaridad, empatía, amor, etc. 

El psiquiatra Víctor Frankl sugiere “permitir que la vida nos cuestione y no cuestionar nosotros a la vida”. Descubriremos muchas cosas acerca de nosotros mismos, podremos ser más objetivos, más ecuánimes y honestos al hacer una reevaluación para ver con claridad lo que es verdadero.  Podríamos darnos cuenta de que la situación embrollada y poco fácil de hoy no es “real” sino telarañas y fantasmas del pasado. Si compartimos con alguna persona de probada confianza o con un terapeuta, las preguntas inteligentes de ese buen oyente empático, nunca crítico, serán como una luz que alumbra los tramos más obscuros de la mente eliminando falsas creencias, preocupaciones e indecisiones aligerando las cargas del pasado para recorrer los caminos de hoy. 

Otra manera eficaz es no cargar con todas las preocupaciones y problemas sino confiárselos al poder de Dios sin dejar de hacer la parte que nos corresponda, pidiéndole que nos inspire para utilizar nuestras propias capacidades. El resultado final está siempre en sus manos providentes. 

¿Qué preguntas nos está haciendo la vida en este momento de nuestro caminar vital?  

¡Ánimo! Hay que aprender a vivir.

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