'El Negro', guardián del tesoro

El hombre venía de un rumbo por donde no vivía gente. Nadie sabía quién era y dónde vivía.

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El 2 de abril de 1995 don Carlos Rivero me contó en Isla Arenas, Campeche, un relato acerca de un negro que se presentaba a los pescadores reunidos frecuentemente en la playa por las noches para salar el pescado que no habrían de consumir de inmediato. No había refrigeradores en ese tiempo.

“El Negro” venía de un rumbo por donde no vivía gente. Nadie sabía quién era y dónde vivía. Se paraba frente a los pescadores, los miraba sin hablarles y luego se retiraba por la misma dirección donde vino. 

Ante su presencia, los hombres enmudecían. Al día siguiente, los partícipes comentaban el hecho. Algún valiente decía que, en la siguiente ocasión, le preguntaría a “El Negro” quién era y qué quería. Sin embargo, el tipo se les volvía a aparecer, se retiraba y nadie se atrevía a hablarle.

De alguna manera, se supo que hacía mucho tiempo un capitán de barco, supuestamente español, estaba viajando con un tesoro a bordo y para no arriesgar decidió dejarlo en alguna parte de esta isla. 

El capitán preguntó quién quería quedarse a cuidar el tesoro y “El Negro” dijo que él, entonces el jefe lo degolló y lo enterró junto con las joyas. Se dice que quien logre hablar y preguntarle dónde está el tesoro será guiado por el “Negro” hasta él.

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