Neodependencia

Es tiempo en que los inversionistas internacionales, el gran capital, son quienes deciden lo que les conviene que produzcamos, lo mismo que el precio del intercambio.

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La mato y aparece una mayor.- Silvio Rodríguez

Además del jolgorio que representan las Fiestas Patrias, la celebración de nuestra Independencia de España, por la oportunidad que nos brindan para celebrar en familia y saborear el rico pozole y demás exquisitas viandas, postres y productos de las diversas regiones del país, sustituyendo momentáneamente nuestra cotidiana dieta de fast food (pizzas, hamburguesas y perros calientes), en mi opinión, debemos reflexionar sobre el grado de independencia que hemos conseguido como nación.

Porque no cabe duda que por allá de los mil ochocientos se libraron cruentas batallas y guerras de larga duración, en México de once años, en diversas latitudes, sobre todo en Latinoamérica, para conseguir la independencia política de las potencias colonialistas, en busca de la soberanía y la libertad; por el derecho a elegir nuestro régimen de gobierno y evitar el tipo de explotación basado en el esclavismo y el sistema de castas, del racismo típico de los sistemas coloniales.

Sin embargo, cuando constatamos que hoy día en sociedades como la mexicana  alrededor de la mitad de la población sobrevive en situación de pobreza, no podemos afirmar que, a lo largo de más de doscientos años, hayamos conseguido todo lo que nos habíamos propuesto, razón por la que no faltan quienes, añorando la Colonia, renieguen de nuestra idiosincrasia.

Y la razón de las deficiencias que arrastramos no tiene que ver con nuestra constitución fisiológica y cultural, sino que son debidas a que las formas de dependencia y de explotación de las potencias coloniales se han ido con el tiempo transformando, de manera que ya no requieren, salvo excepciones, de grandes ejércitos ni de saqueos violentos para hacerse de extraordinarios beneficios; el trazo económico y las leyes del mercado los hacen innecesarios… y costosos.

Es tiempo en que los inversionistas internacionales, el gran capital, son quienes deciden lo que les conviene que produzcamos, lo mismo que el precio del intercambio; lo que consiguen a través del dominio del avance tecnológico, apropiándoselo y evitando su utilización masiva. Como sucede ahora con los hidrocarburos y el precio del dólar, que han logrado desestabilizar las economías de los países exportadores de petróleo, tan fuertes como Brasil, así como reducir el precio de nuestras exportaciones y aumentar el de las importaciones, demeritando los términos de nuestro intercambio comercial.

En México, la circunstancia especial de ser vecino de la primera potencia mundial, el productor y comerciante más grande de armas  y principal consumidor de droga, nos plantea dificultades adicionales como la violencia generada por el narco y la corrupción que busca infiltrarse en todos los niveles, patrocinada por las ganancias extraordinarias de la actividad ilegal.

Luchar contra las nuevas formas de dependencia es hoy nuestra tarea principal.

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