Un género o corriente musical que tiene historia arraigada en el gusto de un público muy selecto desde muchas décadas atrás es el New Age.

En sus orígenes no era llamado así, y hasta llego a nombrarse de diferentes formas. Parte de la historia inició en la era de la construcción de rascacielos por allá de la primera mitad del siglo pasado, cuando a la gente que iniciaba con el uso de los elevadores les causaba ansiedad o temor subir a las partes más altas de dichas construcciones, entonces, ingenieros militares recomendaron y por medio de músicos muy selectos, incorporaron música relajante en los elevadores, de esta forma iniciaría la mal llamada “música de elevador”.

Grandes artistas surgieron con ese estilo musical, como Henry Mancini mejor conocido por ser el autor de “The Pink Panther”, pero, repito, esta fue una vertiente que influyó, mas no es la base principal, con el tiempo artistas alternativos continuaron produciendo temas y arreglos con bases muy tranquilas, incorporando influencias culturales de diferentes coordenadas geográficas.

Fue en los 70 cuando otros artistas dieron impulso, como Holger Czukay, que dieron orientación más dirigida a la relajación, felicidad y tendencia “Ambient” donde apareció el nombre de Brian Eno como un fuerte precursor de líneas musicales muy centradas en el entorno; más adelante Tangerin Dream, Steve Reich, Shadowfax y Mark Nauseef, entre otros, dieron su aportación con el reforzamiento del estilo.

Es muy aventurado definir quiénes serían parte de esta corriente musical, pues como es en sí un género que es ejecutado por grupos y artistas que por lo regular provienen de otros rubros, como el jazz, música orquestal, minimalista, etcétera, que complica y hasta puede ser atrevido ubicarlos en el género.

Más cuando se habla de New Age los nombres que rápidamente se relacionan, por nombrar algunos, son: Cusco, Kitaro, Isao Tomita, Enya, Andreas Vollenweider, Deep Forest, Era, Jean Michael Jarre, Mike Oldfield, Secret Garden, Vangelis, Yanni y hasta un experimento bien logrado llamado… Enigma.

Podríamos sumar nombres, pero lo genial de este género es la fantástica creatividad de los autores, la magistral forma de crear ambientes y lugares fantásticos con recursos acústicos que van muy apoyados de equipos electrónicos y sintetizadores.

La magia de las texturas y la fuerza de los gloriosos y espectaculares arreglos orquestales nos guían desde lo más profundo y fresco de un bosque, hasta himnos celtas que nos llevan a las puestas de sol jamás imaginadas a la orilla de una playa de un cuento o una historia épica… y esto, tan sólo con música.

Groove on!