Ni energía SA ni cortina de nopal

La discusión del predictamen senatorial prefigura algo inevitable: la mayoría de las bancadas panista, priista y verde votará por la reforma.

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Para quienes creen que las reformas constitucionales en materia energética son una “traición a la patria” porque, según su patraña, Pemex y la CFE serán “entregados” a la iniciativa privada, palabras como las de la senadora Layda Sansores ayer debieron sonarles “patrióticas”, “progresistas” y hasta “revolucionarias”.

La señora remató así su intervención en la tribuna: “¡Vayan y privaticen a la pu... ma... que los parió…!”.

La discusión del predictamen senatorial prefigura, sin embargo, algo inevitable: la mayoría de las bancadas panista, priista y verde votará por la reforma.

El cruce de posiciones partidistas, opiniones (calificadas y silvestres), argumentos (verosímiles y delirantes), burlas y ofensas (personales y colectivas) remite a la tonta puesta a discusión de si la Tierra es plana o redonda, o la folclórica y patética discusión sobre el “derecho” a insistir en que Austria “nos devuelva” el penacho de Moctezuma.

Lo que se manifiesta en el Senado es la confrontación entre quienes con buenas y sospechosistas razones tratan de impulsar un cambio sustantivo en el manejo de la industria energética, y quienes pretenden imponer la idea de que únicamente debe parcharse un modelo monopólico estatista que, simplemente, no sirve para nada en el resto del mundo.

En sus extremos, esas posiciones conducen, por la derecha, a la cínica entrega del patrimonio energético a manos privadas (nacionales o extranjeras, da lo mismo) y, por la izquierda, a mantener a México cercado por una virtual cortina de nopal.

A dos o tres días clave para el desenlace senatorial, pero todavía sujeto a discusión el predictamen, Diego Fernández de Cevallos echa su resto en 615 palabras y propone que en los artículos 27 y 28 de la Constitución se concilien las distintas posiciones, incluyendo variantes breves pero sustanciosas de su propuesta (MILENIO, lunes anterior).

Sensato en su idea de un plan piloto para los nuevos contratos con la IP y de que cualquier ampliación la decida el Congreso (con dos terceras partes de los votos, como una reforma constitucional), Diego la modifica para ver si el PRI la adopta: que sea la Secretaría de Energía la que determine las nuevas zonas.

Para enfatizar que el petróleo y los hidrocarburos (sólidos, líquidos o gaseosos), antes y después de ser extraídos, “son propiedad de la nación”, aporta unas cuantas palabras. 

A lo que figura ya en el predictamen sobre el 28, propone adicionar que los nuevos contratos con particulares se celebren conforme al artículo 27, que impide a los extranjeros recurrir a tribunales de sus naciones, so pena de perder en México sus derechos a reclamos.

Y es en los transitorios donde Diego propone que el Estado asuma los pasivos de Pemex y la CFE; que a estas empresas se les otorgue libertad en las contrataciones laborales, el ejercicio del gasto y las decisiones sobre utilidades para elaborar sus presupuestos; para que constituyan sociedades anónimas promotoras de inversiones, y quede en el Ejecutivo la facultad de ampliar la zona o zonas de nuevos contratos. 

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