El nido de la golondrina

Esta ave tenía un feo hábito, cuando llegaba el tiempo de construir su nido, buscaba uno ajeno y ponía allí sus huevos.

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Desde los tiempos remotos, la golondrina era la encargada de llevar los mensajes a lugares lejanos. Pero tenía un feo hábito.

Cuando llegaba el tiempo de construir su nido, buscaba uno ajeno y ponía allí sus huevos.  Un día, las señoras aves se quejaron ante los dioses. Éstos la reprendieron y la pájara abusiva dijo que no sabía hacer su nido. Entonces, varias aves se comprometieron a enseñarle.

Sin embargo, cada vez que alguna intentaba mostrarle, la golondrina rechazaba las enseñanzas. Al saber esto los dioses, la sentenciaron: “Ya que no quieres aprender a hacer tu nido, las demás aves no aceptarán tus huevos”.

La rebelde ave pidió que le enseñen de nuevo. Pero ya nadie quiso ayudarle. Fracasó en varios ensayos que hizo. Sedienta, se fue a una cueva en busca de agua. Mientras bebía en una sarteneja, oyó a una avispa que pedía auxilio pues se estaba ahogando. El ave le dijo: “Sí te salvo pero me enseñas a construir un nido”. La avispa aceptó. 

Pero le instruyó como ella sabía, con lodo y zacate. A la golondrina no le gustó el resultado, pero ya no había tiempo porque debía poner sus huevos de una vez. Por esta razón los nidos de las golondrinas se parecen más a un enjambre de avispas que a los otros nidos de las aves.

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