Los niños, como árboles y flores

Las mujeres hemos re construido nuestra historia con la maternidad.

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Los tiempos y sus transformaciones han cambiado el prototipo de familia. Las mujeres hemos re construido nuestra historia con la maternidad. La que escribe, decidió desde muy joven no ser mamá. Mi decisión incluyó una retahíla de cuestionamientos sobre mi futuro, mi vejez y mi vida en un asilo en soledad absoluta.

Oí una y otra vez el clásico: “¿Quién te va a llevar un vaso de agua cuando seas vieja?”. Yo pensaba: ¿Qué garantiza que llegaré a vieja? ¿El fin más importante de tener un hijo es el vaso de agua que calmará la sed de mi boca llena de arrugas?  Con un tono de voz lastimero, me ofrecían llevarme con especialistas que me ayudaran a embarazarme (ayuda innecesaria y nunca solicitada).

Me chuté consejos disparatados: “Ten un hijo con cualquiera, al final de cuentas será tuyo, no importa con quién”. Con el tiempo aprendí a estar a la defensiva con el tema, inventé muy buenas respuestas para las mujeres preocupadas por mi reloj biológico.

La realidad es que, entre otras cosas, mi madre me hizo notar cómo las plantas se morían en mis manos, esto para ella era muy mala señal: Tú no debes tener hijos, las plantas no te viven y los hijos son como plantas: flores, árboles, retoños que hay que cuidar con buena mano.

Por supuesto mi decisión no se debió sólo al comentario de mi mamá, sino a la certeza de dedicarme por completo al teatro, sin saber que el teatro me regalaría extraordinarios viajes que me han convertido en saltimbanqui y al no tener hijos he podido cambiar de residencia sin problemas. 

Esto viene a cuento porque veo crecer a los nietos de mis hermanas, noto los cuestionamientos de mis sobrinos para ser buenos padres y hacer bien las cosas para sus hijos.

Tengo amigos cuyas exesposas les niegan un lugar en la vida de sus hijos. Lamentablemente algunas mujeres usan a los niños como trofeo o como símbolo de venganza.

Por supuesto, yo no debo opinar, mi decisión me resta experiencia y me calla la boca de manera natural.

Pienso en la metáfora de mi madre: “Los niños son como  flores o árboles”, supongo que necesitarán espacio para extender sus raíces y sus ramas, delicadas manos para sus pétalos, lluvias intensas para su buen crecimiento y hermosa compañía que les ayude a cosechar sus frutos.

Hay quienes hablan con sus plantas, aseguran que esto hará que crezcan mejor. Hay quienes no hablan con sus hijos, repiten las mismas preguntas día a día, sin pensar que éstas no construyen lazos ni darán buenos frutos.

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