¿Niños soldados en México?

El porqué de los cambios recientes en el reclutamiento radica en que la doctrina militar, el adiestramiento y, sobre todo, la disciplina permean con mayor facilidad en muchachos jóvenes.

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La semana pasada entraron en vigencia nuevas normas para el reclutamiento en el Ejército y Fuerza Aérea mexicanos; entre ellas destaca la edad mínima para causar alta en la milicia, que ahora es de 15 años.

Se disminuyó un año la edad para el ingreso a planteles militares, pues antes de esta reforma los jóvenes eran admitidos a los 16 años y con estudios de secundaria, como cadetes para comenzar su formación en las Fuerzas Armadas.

El porqué de ese cambio radica en que la doctrina militar, el adiestramiento y, sobre todo, la disciplina permean con mayor facilidad en muchachos jóvenes, cumpliendo así el objetivo de la educación militar, que es fortalecer los valores y virtudes humanos y militares y desarrollar hombres y mujeres autodisciplinados, plenamente identificados con el instituto armado, con deseos de superación y con un firme proyecto de vida.

Por otra parte, nada tiene de particular el que se alisten demasiado jóvenes en la milicia. De hecho, los cadetes del Colegio Militar que murieron en 1847 defendiendo la patria, así como los de la Escuela Naval, en 1914, eran muy jóvenes, casi niños.  

Esto nos recuerda que hace un par de años, cuando Chihuahua era rehén de la delincuencia (lo sigue siendo, pero en menor grado), el gobernador César Duarte propuso enrolar en las Fuerzas Armadas a los millones de jóvenes que no tienen oportunidades de estudiar, ni opciones para trabajar. 

Esa fue una buena idea, porque los sistemas educativos militar y naval ofrecen becas para que a la par de una preparación académica cursando carreras a nivel técnico o profesional, los jóvenes inicien su formación militar, y después de cumplir ciertos años de servicio –en pago por los estudios–  tienen la opción de continuar la carrera de las armas o integrarse a la vida civil con un título profesional. 

Así, la Marina y el Ejército son buenas opciones para los jóvenes, principalmente para aquellos cuyas familias no cuentan con recursos suficientes para pagarles una carrera. Lo más importante es que cuando egresan, automáticamente lo hacen con un empleo bien remunerado, además de servicio médico integral, fondo de trabajo y ahorro, becas, seguro de vida, préstamos hipotecarios, compensaciones de servicios y, al final, haberes de retiro.

Me consta que la mayoría de los adolescentes en la milicia asimila mejor el conjunto firme de reglas y límites y la disciplina para seguirlas. Esto puede constatarse en las escuelas militarizadas; para muchos, recibir esa férrea disciplina siendo jovencitos ha sido la clave para tener éxito como adultos.

Nota del autor 

Para saber más acerca de los planteles militares y navales pueden consultar: http://www.sedena.gob.mx  y www.semar.gob.mx.

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