Los reclamos y las acusaciones tanto del PRI como del Verde Ecologista contra supuestos procedimientos violatorios, suponen que la relación será tensa con el resto, peor aún con quienes integran la Gran Comisión, todos rivales suyos. 

Haberlos excluido de posiciones privilegiadas exhibe que el nuevo oficialismo va por todo. Es lógico, y en cierto grado, lo más conveniente. Dicen que el poder no se comparte: se ejerce. Porque nadie garantizaba que las actuales “víctimas” iban a trabajar mancomunadamente con el Ejecutivo, sino lo contrario.

No pocos advirtieron que la idea era entorpecer las iniciativas del gobernador Carlos Joaquín una vez en funciones, lo cual atentaba contra propósitos mayores y mejores. Lo de balances y contrapesos iba a ser la coartada, seguramente, para fastidiar a los operadores del régimen.

Lo que viene será difícil y polémico. El líder del Congreso, Eduardo Martínez Arcila, deberá lidiar con quienes aparentan una fuerza pareja en número y tienen experiencia en el ejercicio del poder. Mantener un sano equilibrio será una compleja misión.

Ya queremos verles negociar al borde del abismo cuando se analicen las cuentas públicas, se debata el denominado “blindaje” o incluso se cabildeen posibles juicios políticos que rondan en más de una cabeza.

Por todo ello, el PRI está acorralado y en esa condición deberá pactar. Es una “circunstancia indigna” porque ha sido sinónimo de poder casi absoluto. Basta recordar el 2013, cuando ganó las 10 presidencias en disputa y ocupó 18 de 25 escaños con ayuda de sus entonces seguros aliados. Además, controla desde entonces el Poder Judicial.

Hoy no ve una. Y aunque voceros y líderes naturales lo nieguen, se sabe que el mandatario en turno marca la pauta, suministrando recursos para manejarlo todo a conveniencia. Ya sin gobernador a partir del 25 de septiembre, la nueva categoría no será digerida fácilmente por quienes crecieron con los suyos instalados en Palacio.

El PRI necesita el dinero para funcionar, sobre todo en época de crisis, cuando más del 80% de sus militantes no aporta sus cuotas. Sin eso, tanto operadores como simpatizantes quedarán paralizados frente a un gobernador de mano firme, que está encontrando amigos en diversos sectores.

Además, le urge renovar la dirigencia estatal, aún en manos del que soñaba con ser el líder de ésta, la XV Legislatura: Raymundo King de la Rosa, a quien le piden la salida inmediata para emprender la reconstrucción.

Por si fuera poco, el Partido Nueva Alianza le dio la espalda cuando más lo necesitó, mientras que el Verde preferirá focalizar sus energías en el “proyecto Cancún”, encabezado por Remberto Estrada, quien trabajará con todos los Poderes y a todos los niveles, según ha declarado. Su destino, pues, es incierto.

Con un escenario así, el PAN tiene tremenda oportunidad. En racha nacional desde junio, pareciera que las piezas se están acomodando a su favor, inclusive con cuadros emergentes que prometen electoralmente, como la propia Perla Tun, en Cozumel.

Antes de eso, debe imponer respeto, orden y gobernabilidad en los Poderes del estado.

Desorbitado

La sesión del Congreso en que nombraron a los integrantes de la Gran Comisión y de las otras fue transmitida por redes sociales, en lo que implicó un exitoso ejercicio comunicacional. Ojalá prospere pronto la idea de difundirlas por radio y televisión, como plantearán algunos diputados.

Algo no gustó: en Facebook, abogados, servidores públicos y ex diputados criticaron la lectura de la legisladora e ignoraron la relevancia del momento, escapando de un diálogo que hubiera sido sano y de gran aporte. Sin duda, una postura absurda.