No me ayudes, compadre

Esta sería la tercera vez consecutiva en que el índice inflacionario rebasa plenamente al incremento salarial.

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Después de la alegría pasajera que nos dejó el anuncio del incremento a los trabajadores de la educación, a la hora de sacar las cuentas y comparar los porcentajes manejados con los de años anteriores, nos damos cuenta que terminamos en el juego del “gana-pierde”, es decir, nos indican que ganamos, pero en realidad el incremento del 3.4 por ciento al sueldo tabular de los maestros es de los más bajos que hemos recibido en los últimos 15 años, apenas una décima por encima del 3.3 por ciento que se otorgó en el 2005.

La pendiente en caída de los últimos cinco años es muy clara, pues en ella se registraron los siguientes porcentajes aplicados como incrementos: 7.3 en el 2010; 4.7 en el 2011: 4.2 en 2012; 3.9 en 2013; 3.5 en 2014, y un 3.4 en 2015. Esta sería la tercera vez consecutiva en que el índice inflacionario rebasa plenamente al incremento salarial, afectando sensiblemente el poder adquisitivo de los maestros. De igual forma quedan afectados todos los demás niveles educativos.

Ante los hechos y considerando que muchas de nuestras prestaciones se basan en el sueldo tabular de los trabajadores, tendremos entonces un pobre despegue en aguinaldo, prima vacacional, compensaciones y bonos que están amarrados al sueldo base.

Ya expuesto claramente lo anterior, me resultan incomprensibles las declaraciones de Juan Díaz de la Torre, presidente del Consejo del SNTE, cuando afirma que “el resultado de la negociación es un ejemplo del compromiso y responsabilidad del Sindicato con sus agremiados”, “estamos apostando nuestro esfuerzo, nuestra capacidad, nuestro conocimiento y nuestra lealtad a la escuela pública y a nuestros compañeros, para conseguir resultados que están a la vista”. ¿Cómo la ven? Pues así, no nos ayudes mucho compadre. 

Se ha hablado mucho sobre un justo reconocimiento a la entrega y compromiso permanentes de los trabajadores de la educación a favor de la educación de calidad para los niños y jóvenes de nuestro país; sin embargo, sólo son palabras a cambio de mayores exigencias laborales a causa de la reforma educativa. 

Si se busca excelencia en la calidad educativa, entonces se debe reflejar lo mismo en los sueldos de los maestros. Esperemos que se inicien pronto el Sistema de Desarrollo Profesional de Carrera y el Programa de Apoyo de Tecnologías Educativas y de la Información.

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