No rompas más mi pobre corazón

Ahora van todos hechos bola y los granaderos no saben si están lidiando con un punk o un maestro.

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Para lo único que se ponen de acuerdo los mexicanos, además de para no ponerse de acuerdo, es para bailar en las bodas eso del “no rompas más mi pobre corazón”. Por eso en la entrega del primer Informe de gobierno de Peña Nieto se pudo observar una indeterminada cantidad de escaramuzas y zipizapes que tenía un poco desconcertados a los compañeros granaderos ante una fauna variopinta de anarcos, mayextros, políticos —de los resucitados y de los otros—, sindicalistas y sindicaleros, profesionales del sospechosismo y toda índole de incondicionales del lucha, lucha, no dejes de luchar. 

En los viejos tiempos de la defensa del Estado de derecho y del monopolio de la violencia, para los trabajadores de la industria de la represión era más fácil: los obreros, campesinos y estudiantes iban cada uno por su lado y con uniformes de clase que los diferenciaban. Ahora van todos hechos bola y por estar ajenos a la detección de sutilezas, los granaderos no saben si están lidiando con un punk o un maestro.

Pobres, en Derechos Humanos deberían de obligar a que los marchantes porten un distintivo para que los guardianes del orden sepan con certeza jurídica a qué grupo le aplicarán el macanazo.
Sobre todo cuando en estos días impera, de izquierda a derecha, el patria o muerte venceremos. En medio del caos y el desorden tendría que haber por lo menos un atisbo de civilización. Más para los chilangos que ni aguantan nada, que primero se quejan y luego veriguan.

Además, qué flojera haber armado ese jaleo sin comprender que el dichoso Informe en realidad describe con verdadera maestría un México que solo con el corazón se puede ver bien, un país, como dijo Javier Duarte, donde “el regreso del PRI es como mirar el futuro”. (Palabras del góber tricolor de Chihuahua, gran humanista, dichas sin duda después del reventón de Juanga en Bellas Artes al ritmo de la obvia “No tengo dinero”, sino del “Noa Noa).

Un discurso donde no hay más ruta que la de Osorio Chong que en San Lázaro afirmó categórico: “En nuestro país, nadie puede imponer su verdad a los demás”; algo que no se refería a quienes abominan las reformas, sino claramente a los de Moody’s que insisten en algo imposible, porque ya lo negó Videgaray tres veces: que México está al borde de la recesión.

O sea, por eso espero que a la hora de las negociaciones entre maestros y senadores hayan hecho la coreografía del “no rompas más mi pobre corazón”.

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