No soy americanista, por ti seré

Si cayeron El Z40 y El X20 sin que le pase nada a Robero Deschamps, la causa no está perdida.

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Luego de ver la imagen del cumpleaños de Jelipillo Calderón (que algunos esperaban que fuera celebrado en algunas de esas pompas fúnebres pirata que hicieron industria en su humanista sexenio) rodeado de la sección más caníbal del PAN, encontré que la diferencia con su sucesor no es solo el tamaño del copete, sino la capacidad para aprovechar las oportunidades.

Mientras Calderón francamente nunca supo sacarle el provecho a los michoacanazos y cada vez que un equipo ganador del campeonato semestral de la Femexfut iba a Los Pinos resultaba condenado por una maldición calderónica al oprobio en la siguiente temporada, Peña Nieto decidió recuperar la autoestima presidencial. Así, primero exorcizó un territorio futbolísticamente tan desprestigiado al organizarle al equipo ganador, el América, un ágape por todo lo alto como si Chucho Benítez fuera Barack Obama.

Gran espectáculo, sobre todo cuando frente a la imagen del entrenador azul crema, el elegante Piojo Herrera en gran formato como si fuera el nuevo padre de la patria, el presidente de la Conade, Jesús Mena, luego de colmar con elogios a su jefe, se aventó un discurso estilo Og Mandino donde parecía confundir a los americanistas con Leónidas y sus 300, y al Chaco Giménez y los cruzazulinos con los ejércitos persas de Xerjes. Pensé que en cualquier momento se iba a quitar la camisa, hincarse y rendirle culto a tamaños guerreros para paliar la ausencia del dueño del equipo.

Lo mejor fue cuando el propio Presidente retomó la hazaña épica y deportiva de los héroes de Coapa a manera de lección ejemplar: no importa si las condiciones son terriblente adversas, sí se puede, si realmente anida en tu corazón la voluntad necesaria para ganar la batalla. Pero por supuesto, los cínicos supusieron que hablaba de la reforma energética que se impodría para bien de la nación, aunque los trolls y orcos de El Peje se empeñen en boicotear la modernización de Pemex. Además, si cayeron El Z40 y El X20 sin que le pase nada a Robero Deschamps, la causa no está perdida.

Pero ya ven cómo son los sospechosistas, que de inmediato supusieron que el acto de homenaje a las Águilas fuera de los protocolos usuales para una organización deportiva, era la retribución por los servicios prestados durante la campaña. Nada más poblado de falacias. Seguramente en el eventual y casi remoto caso de que las Chivas o los Pumas sean campeones, la presente administración organizará un show con la familia P. Luche. 

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