Nubarrones que presagian tormenta en la educación

Será venganza política o un ajuste de cuentas personal que data desde noviembre de 2003, cuando Emilio Chuayffet se enfrentó a Elba Esther Gordillo Morales.

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La designación de Emilio Chuayffet Chemor como el nuevo secretario de Educación Pública irónicamente hace que dos viejos rivales en las lides políticas se reencuentren y crucen sus caminos ahora en el ámbito educativo. El vaticinio sobre la nueva relación entre Elba Esther Gordillo  (SNTE) y Chuayffet (SEP) es mortalmente explosivo, sobre todo si consideramos que, en los últimos sexenios, la “maestra” manipulaba la política educativa a tal grado que el sindicato la diseñaba, la implementaba y la evaluaba a su antojo.

Será venganza política o un ajuste de cuentas personal que data desde noviembre de 2003, cuando Emilio Chuayffet se enfrentó a Elba Esther Gordillo Morales en espectacular pleito por el control de la bancada priista que derivó en la destitución de la dirigente del SNTE como coordinadora de la fracción del PRI en la Cámara de Diputados en la LVIII Legislatura.

Emilio Chuayffet nunca perdonaría a la “maestra” el haberlo marginado de las posiciones de poder en la Cámara Baja al no concederle presidir ninguna comisión ordinaria de trabajo. La hostigó, la persiguió y la acorraló hasta que, en julio del 2006, la “Santa Inquisición” instituida como la Comisión de Justicia Partidaria del Partido Revolucionario Institucional aprobó su expulsión debido a que hizo alianzas con Acción Nacional (PAN) y fundó Nueva Alianza, su propio partido político, además de fincarle toda la responsabilidad del peor desempeño electoral del tricolor en su historia con la famosa frase “Tú le crees a Madrazo”.

La urgencia de implementar un nuevo modelo educativo que impulse el despegue de la educación pública responde a las reformas anunciadas al artículo 3° constitucional, así como el servicio civil de carrera para los profesores. El impulso al eje de desarrollo sobre una “Educación de Calidad para todos” y las acciones planteadas a desarrollar: calidad educativa, evaluación universal, cero plazas hereditarias o vitalicias, plantea un gran reto para el nuevo secretario de Educación que, aunque es un viejo maestro en el arte de la política, de educación muy probablemente nada sabe. Eso sí, será el gran contrapeso que pueda impulsar el cambio educativo, pues trabajará con el SNTE, sin él, o  a pesar de él. Bienvenido el cambio.

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