Por nuestros niños

Dejemos de ser unos simples posteando el platillo del día, por nosotros y por nuestros niños, apostemos porque nuestras redes sean también plataformas de denuncia.

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Circula en las redes el video de un hombre tocando a una niña en un restaurante. La imagen buscando al tipo se ha replicado muchas veces y además de indignación ha detonado que muchas mujeres se atrevan a contar su propia historia de abuso sexual.

Es muy triste para mí aceptar que algunas de mis alumnas, de mis amigas, incluso en mi propia familia hemos tenido historias de abuso sexual.  No he querido ver el video porque se que algo en mi se rompería, como se ha roto cada vez que leo o escucho esas historias cada vez más cercanas a mí.

Lo devastador del abuso sexual infantil es que no agrede sólo a quien lo vive, alcanza también a la familia y amigos que no dejamos de preguntarnos: ¿Cómo no me di cuenta? ¿Pude evitarlo? ¿Cómo contribuyo a que lo supere? Mil preguntas se  instalan en el pensamiento y ninguna nos ayuda a calmar un poco el dolor de haber sufrido abuso en el cuerpo de alguien que amas.

Me quedé pensando en qué hacer si te toca ser testigo de un hecho tan aberrante. De principio resultaría paralizante. ¿Qué hacer? ¿Decirle a la familia? Lamentablemente la experiencia me ha enseñado que a veces alguien de la familia sabe y no hace nada o simplemente entra en proceso de negación.

En este caso específico se dicen muchas cosas sobre la mesera que grabó el video: que fue despedida, que increpó a la madre y ésta la corrió a gritos y le dijo que no se meta en lo que no le importa: muchas palabras pocas certezas. Lo que es real es que vivimos en una sociedad cada vez más destructiva para las mujeres, los encabezados de los periódicos hablan sobre el constante abuso sexual que viven muchas adolescentes. ¿Los que contratan servicios sexuales son conscientes de que muchas de esas mujeres son obligadas a prostituirse desde las redes de tráfico sexual?  Si lo saben, ¿les importa?

Muchos de mis amigos con hijas pequeñas me confiesan su temor a crecer una hija en este país en el que ser mujer se ha vuelto sinónimo de vulnerabilidad, abuso y muerte.

Creo que estamos en tiempos vulnerables y vitales, tenemos que hablar sobre ello, proponer programas, proyectos, obras, lo que se nos ocurra para detener esta creciente ola de abuso que parece no tener fin.

Alguien me dice que eso ha pasado siempre, pero con las redes sociales se ha vuelto más visible. Entonces, dejemos de ser unos simples posteando el platillo del día, por nosotros y por nuestros niños, apostemos porque nuestras redes sean también plataformas de denuncia para alcanzar la utopía de un país equitativo.

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