Al momento de publicarse esta colaboración estaremos a unos cuantos días de finalizar el 2012. Como era de esperarse, quedó demostrado que la supuesta profecía del fin del mundo no era cosa de nuestros antiguos, venerados e inteligentes ancestros mayas, sino simple tontería moderna de quienes viven y lucran con el sensacionalismo y el morbo. Al respecto, ya nos advertía Albert Einstein que sólo el Universo y la estupidez humana son infinitos… sin estar seguro de lo primero.

De tal suerte que casi es un hecho –a menos que un nuevo “profeta” sugiera lo contrario– que habrá 2013 y muchos años más si nos esmeramos en cuidar el planeta.

El reto supongo no es sólo cómo dejar de acortar la vida de nuestro mundo con una irresponsable concepción del desarrollo económico o de la modernidad. Se trata de que la vida sea de calidad y de acuerdo con la dignidad de los seres humanos. 

En este sentido, tenemos muchos retos. Uno de ellos es hacer uso cuidadoso y responsable de nuestros recursos naturales y  revertir el daño que hemos hecho y seguimos haciendo al lugar donde vivimos y viviremos muchos años más. Urge una cultura de aprecio y relación respetuosa con la naturaleza. No se trata de impedir el desarrollo sino de humanizarlo. No estaría de más fijarnos no tanto en las supuestas “profecías mayas” sino en su cosmovisión de respeto al mundo.

De allí que sería apreciable que nuestras autoridades federal, estatal y municipales generaran políticas públicas que  hagan mayor hincapié en este tema. Se trata de que no sólo se piense en hacer calles, mercados u obras similares a la hora de ejercer el presupuesto. Que existan recursos para la política ambiental, la cultura y las artes y no asignarles únicamente los que sobren.

Sería una buena forma de iniciar una nueva era. Sería un inmejorable deseo para el año que viene, para el cual aprovecho desearles a todos lo mejor.