Los ñuhus, dueños de la tierra y de las lluvias

Los agricultores entregan las ofrendas a los ñuhus en las cuevas a cambio de recibir en sus milpas las oportunas lluvias...

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Durante investigaciones arqueológicas en cuevas de la Región Mixteca, entre Oaxaca y Puebla, se hallaron objetos con  incrustaciones de mosaicos con el material de turquesa. Según el arqueólogo Davide Domeneci, en tales piezas se muestran escenas complejas de un mito de origen y que las representaciones principales parecen corresponder a los ñuhus.

Según la mitología mixteca, las escenas se refieren a un relato mítico acaecido en un pasado ignoto, conocido como “la guerra del cielo”. Los ñuhus, originales y míticos pobladores, fueron vencidos por los mixtecos, pero, al mismo tiempo, los ñuhus se adueñaron simbólicamente de la tierra y su fertilidad.

Desde entonces, los agricultores tuvieron que hacerles ofrendas en los recintos subterráneos para pedirles que les mandaran las lluvias y así obtuvieran cosechas abundantes.  Al proseguir las excavaciones, hallaron máscaras y escudos que formaban parte de los bultos funerarios sagrados. Estos bultos fueron guardados en cuevas, sitios donde se rendía culto a los ñuhus.

Domeneci menciona hallazgos en la Cueva Cheve y en la de Ejutla, ambas en la Cañada de Cuicatlán, Oaxaca, efectuados en 1991. También cita la Cueva de Santa Ana Teloxtoc, Puebla, donde, además de los bultos sagrados, había 36 máscaras ricamente ornamentadas.

Al combinar información etnohistórica y etnográfica, Domeneci infiere que la “guerra del cielo” funcionaba como un esquema mitohistórico que legitimaba simbólicamente la posesión de la tierra por parte de los señores mixtecos, gracias a su victoria sobre los ñuhus.

Pero, como sucede en otros mitos, estas entidades sobrenaturales no murieron sino que fueron guardadas por la tradición oral en el interior de la tierra, justamente en las cuevas.

Desde su nueva y estratégica morada, los ñuhus no perdieron su estatus de dueños originarios de la tierra, ahora cultivada por los mixtecos. La “guerra del cielo” se representa con la primera salida del Sol.

Los agricultores entregan las ofrendas a los ñuhus en las cuevas a cambio de recibir en sus milpas las oportunas lluvias y la buenaventura en las cosechas anuales.

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