Obligada unidad en el PRI

Aprendida con mucho dolor la lección, el PRI renunció al maquillaje democratizante de los procesos internos de selección de candidatos.

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Aprendida con mucho dolor la lección, el PRI renunció al maquillaje democratizante de los procesos internos de selección de candidatos, para retornar al confort de las convenciones de delegados que con mucho gusto desempeñan su papel en la obra de teatro, garantizando para el PRI una travesía en aguas mansas, sin insinuación de sobresaltos.

El Partido Revolucionario Institucional decidió no hacer el caldo gordo a sus oponentes, evitando procesos como el del proceso de 2005, cuando unas bases priistas enardecidas tuvieron su revancha al apoyar la exitosa candidatura de Gustavo Ortega Joaquín a la alcaldía de Cozumel, postulado por la coalición PANConvergencia, a sugerencia de Jorge Polanco Zapata y Manuel Valencia Cardín.

El PRI ha tenido sus desprendimientos, pero estos no han sido letales. Cómo no recordar en el proceso de 2003 las candidaturas a diputados federales del ex gobernador Jesús Martínez Ross y la ex alcaldesa de Cancún, Magaly

Achach Solís, arropados repentinamente por Convergencia. Y en el proceso de 2006 la senadora Addy Joaquín Coldwell se negó a participar en el proceso interno de selección de candidatos, por el simple hecho de saber cómo se las gastan en el Tricolor. Poco después amanecería como candidata de la coalición PAN-Convergencia a la gubernatura, siendo condenada al sótano del tercer lugar, ampliamente superada por Juan Ignacio García Zalvidea.

Incluso, en ese proceso el PRI arriesgó su dentadura al permitir un proceso interno que tuvo su fase tensa, ya que Javier Díaz Carvajal se aplicó a fondo para mostrar los flancos débiles de Víctor Alcérreca Sánchez, detonando en la víspera del proceso una bomba de documentos: dobles credenciales de elector y actas de nacimiento.

Los priistas saben ser sanguinarios como pocos cuando se trata de disputar el poder o de marcar su territorio. Esto lo sabe muy bien la profesora Elba Esther Gordillo, con todo el dolor de su corazón. O, sin ir más lejos, la ex alcaldesa de Tulum, Edith Mendoza Pino.

En este proceso se olfatea la unidad en el PRI. Otra opción sería la catástrofe, teniendo a la vista una contienda reñidísima donde nada debe confiarse al azar. Pero a fin de cuentas cada partido debe medir muy bien el agua sin llamarse sorprendido. 

Rubén Darío ¿candidato a qué?

En el Congreso local estaba como diputado del partido Movimiento Ciudadano un tal Rubén Darío Rodríguez, que por cierto también es el dirigente estatal de este instituto político donde, al parecer, es el único afiliado.

Este diputado, invisible y desconocido para el electorado, se coló al Congreso como plurinominal gracias a la alianza de las izquierdas en las pasadas elecciones locales y desde su llegada se dedicó a vegetar, a dar el sí cuando le dieran la orden, y a cobrar puntualmente su quincena.

Resulta que el fantasmal Rubén Darío fue el último de los diputados en pedir licencia, según para buscar un puesto de elección popular.

Absurdo cierre del bulevar

Este domingo el bulevar Bahía permanecía cerrado en uno de sus tramos poco después de las 12 horas, a partir de la avenida Insurgentes hasta las cercanías de la Megaescultura, sobre la avenida Primo de Verdad. Me explican que el cierre parcial a la circulación vehicular es motivado por un fin encomiable: la práctica familiar del ciclismo.

¿Por qué no cerrar el bulevar a las siete de la mañana, reactivando la circulación cuatro o cinco horas después? Todos podemos beneficiarnos, evitando daños a terceros. En la capital del  estado por fortuna no somos afectados por la virulencia de un magisterio que bloquea y destruye. Pero en cambio nuestras autoridades asumen esa función, desanimando a quienes queremos disfrutar el bulevar o llegar a nuestro destino.

Y si el objetivo es desanimar a los paseantes para que prefieran refugiarse en las plazas comerciales, la jugada es magistral.

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