"Ojo con los prejuicios"
Los prejuicios tienen su origen al menospreciar a otros sin fundamento.
“Sólo los hombres libres de todo prejuicio son capaces de considerar los problemas desde un punto de vista verdaderamente humano”.- Albert Einstein, científico, físico
Los prejuicios, como la palabra misma indica, son formas irracionales de preconcebir a otras personas, culturas, razas, situaciones y hasta comidas. Tienen su origen al menospreciar a otros sin fundamento, ya sea por su apariencia, religión, filiación política, deporte y hasta por la preferencia de algún equipo deportivo.
Los prejuicios son parte de la formación que recibimos y se forman cuando nos hacemos una idea anticipada, descalificando lo que para nosotros es “extraño”, y/o es “diferente”, entonces evaluamos de acuerdo a las asociaciones guardadas en nuestra memoria sin razonar objetivamente.
Podemos aprender a apreciar, sin juicios “a priori”, observando lo que vemos, oímos, olemos, gustamos o tocamos, es decir, con nuestros sentidos para distinguir la realidad de la opinión propia y ajena y esto nos liberará de manías y prejuicios.
Hay que reeducar nuestra persona y nuestros sentidos para ganar madurez y fortalecer nuestro criterio. Revisémonos: ¿”pontificamos”, es decir, hablamos como si poseyéramos la “verdad absoluta”? ¿Hablamos o dialogamos, claro o enredoso? ¿Criticamos? ¿Descalificamos? ¿Expresamos lo que queremos decir? ¿Nuestra voz es monótona o matizada?, ya que nuestro tono de voz revela el tipo de personalidad y refleja los estados de ánimo.
Al comunicarnos con otros, si es posible, hagamos contacto visual para “escuchar” mejor, así nos enteramos de lo que dicen y de lo que quieren decir; fijémonos en su gesticulación y ademanes; advirtamos sus posturas, veamos su forma de vestir. Todo lo anterior sin juzgar y frenando las ideas irritantes, descalificadoras y atemorizantes, simplemente observando.
Sólo así podremos ir eliminando el hábito de prejuzgar y haremos contacto con lo que es real, y no con los prejuicios que nos hacen tanto “ruido” e impiden hacer contacto con personas y situaciones.
Es necesario para vivir mejor, tener la convicción de lograrlo y hacer de nuestra armonía y felicidad una verdadera profesión.
¡Ánimo! hay que aprender a vivir.