Omisiones del mensaje presidencial

Nada se dijo de la desaceleración económica. Nunca habló de la balanza comercial.

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Del mensaje presidencial se esperaban dos cosas: datos concretos sobre  resultados y una perspectiva que de certidumbre en lo futuro. Respecto de lo primero se quedo corto si no es que fue omiso, y en cuanto a lo segundo fue, lamentablemente, fallido.

En cuanto al primer tema, el presidente nos relató algunas acciones de su gobierno evitando –en la moda de ocultar datos- presentar los resultados obtenidos y, en su caso, las medidas correctivas. 

Nada se dijo de la desaceleración económica. Nunca habló de la balanza comercial. Omitió mencionar la gravedad de los indicadores de desempleo que amenazan la economía familiar: 5,000 nuevas plazas creadas en el país durante julio en comparación con las 37,500 del mismo mes del año anterior. Faltó mencionar cómo va la recaudación fiscal, las remesas, la renta petrolera, los índices de productividad, la contracción en el sector comercio y servicios que dependen del consumo interno, el ejercicio – o subejercicio- del gasto público, etc. 

De lo poco que habló es del –supuesto– crecimiento en la inversión extranjera directa que extrañamente no se refleja en la creación de empleo. ¿En qué se esta invirtiendo entonces? Informó –datos que han sido puestos en duda por los expertos– de la disminución de homicidios dolosos, pero nada dijo de la ingobernabilidad de vastas zonas del país, del incremento en secuestros o de la aparición de ilegales grupos comunitarios de autodefensa.

En cuanto al segundo tema, nos queda un peligroso sentimiento de incertidumbre. Todo apostado a unas reformas estructurales que señaló como indispensables para el crecimiento. Reformas y por ende crecimiento que en el pasado su partido mezquinamente negó.

En fin, esperemos –por el bien de México– que su apuesta por los próximos 120 días sea exitosa. Queda claro que los resultados de los anteriores 245 días no son para presumir.

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