Opinadores anónimos

Los contenidos en línea han favorecido el incógnito y se explica que un cuarto de los usuarios de la red de todo el mundo ha hecho algún comentario a informaciones de algún medio de comunicación.

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De acuerdo con un artículo del sitio “Clases de Periodismo”,  titulado la “Psicología de los comentarios en línea” (y aunque no era la idea central), los usuarios de internet preferimos el anonimato a la hora de opinar sobre algún tema, sea el punto de vista a favor, en contra, de agresión o burla (estos últimos mayormente en redes sociales).

Los contenidos en línea han favorecido el incógnito y se explica que un cuarto de los usuarios de la red de todo el mundo ha hecho algún comentario a informaciones de algún medio de comunicación, ya sea para corregirlo, complementarlo, criticarlo o compartirlo, siendo el más “opinador” el sector que se encuentra entre los 18 y 29 años de edad.

El psicólogo John Suler llama a este fenómeno el “efecto de desinhibición en línea” que se da principalmente por el no me conoces y no puedes verme, y que sirve para explicar “la pérdida de las limitaciones” en el comportamiento, aunque esto no quiere decir necesariamente que el individuo tenga miedo de que se le identifique.

Los también psicólogos Marco Yzer y Brian Southwell expresan que lo anterior no dista mucho de la interacción social humana real, en la que los individuos dan su punto de vista sobre algún tema que les parece relevante, del que tienen conocimiento,  del que simplemente desean obtener más información o por simple hecho de expresarse.  

A su favor este anonimato ha demostrado estimular la participación, hasta aumentar un cierto tipo de pensamiento creativo para dar mejores soluciones a un problema. 

Los espacios para que el público comparta sus opiniones también favorecen al medio de comunicación (no sólo de masas, sino también de redes sociales, blogs, etc), pues hacen que el público se comprometa con los temas. 

La idea de que el ser humano -audiencia, lector- es pasivo (no reacciona a lo que vive) queda fuera de lugar en este siglo XXI.

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