De que han cambiado las condiciones para que Yucatán haya incrementado su atracción entre la gente, tanto a nivel internacional como de las diferentes regiones del país, podemos constatarlo a simple vista al visitar nuestra zona costera, así como los centros comerciales de su ciudad capital. Y conste que no estamos hablando sólo de la población que gusta de hacer turismo en la región, tanto cultural como de distracción, sino de la gente que viene a establecerse y nos elige como su primero o segundo hogar.

Pero esta percepción a simple vista queda reforzada con los datos de las instituciones demográficas que recientemente dieron a conocer que 1 de cada 10 habitantes de nuestro Estado no es de origen local,  sino que proviene de otros estados o de otros países.

Como en los casos de los de origen extranjero, sobre todo norteamericanos, canadienses y europeos que llegaron por primera vez huyendo de las inclemencias del tiempo en sus lugares de origen, por el crudo invierno, y, tras reiteradas visitas, decidieron establecer su residencia aquí. En su mayoría son jubilados y pensionados, con la ventaja de que pueden hacer rendir mejor sus ingresos en virtud del diferencial de precios entre ambos países. Algunos son reconocidos investigadores o artistas que vienen a enriquecer nuestra oferta cultural.

O los que provienen de otras regiones del país que, buscando la seguridad para sus familias, primero establecen aquí sus casas familiares para posteriormente fincar también sus empresas, aprovechando las ventajas de conectividad, integrándose de lleno a nuestra actividad económica.

Lo que a través del tiempo ha venido consolidando a la ciudad de Mérida como un lugar que destaca en los servicios de educación, con campus de las más prestigiadas universidades nacionales, tanto públicas como privadas,  los servicios de salud, a cuyas clínicas acude no sólo la tradicional clientela de la región, sino también extranjera.

Así podemos observar que Yucatán se ha transformado de ser considerada “tierra de castigo”, como en el porfiriato, en virtud básicamente de las distancias del DF y del clima, a la tierra promisoria de hoy, a lo que ha contribuido en las últimas década la inversión pública, estatal y federal, en materia de obras de infraestructura, mejorando nuestra conectividad y por tanto capacidad comercial.

Por eso hay que destacar que las tareas de promoción llevadas al cabo por el Gobierno del Estado, para atraer inversionistas extranjeros, lo mismo que para incrementar la ocupación de nuestro aeropuerto mediante la apertura de nuevas rutas y vuelos para acercar a la población de otros lares a nuestra tierra,  apuntan en la dirección correcta.

Ello abre nuevas oportunidades y retos para los emprendedores a efecto de poder cubrir la demanda de bienes y servicios que la gente que viene para quedarse solicita, lo que sin duda impulsará nuestro desarrollo  económico.