Los oratorios de Santa Elena Nohcacab

También conocidos como humilladores, son construcciones coloniales regularmente se localizan a la entrada o salida de los poblados.

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Hace algunos años, con los recursos del Programa de Empleo Temporal, se realizó la restauración de al menos cuatro oratorios en el poblado de Santa Elena. Estos  inmuebles habían estado abandonados en el pueblo y al parecer datan del siglo XVI.

Carlos Chanfón clasifica estas construcciones como  estructuras en forma de nicho,  llamadas oratorios, y señala que pueden considerarse para el culto dentro del género diocesano. También son conocidos con el nombre de humilladeros. 

Se trata de una pequeña capilla semicubierta con una base descubierta  que sirve para erigir una cruz o la imagen de una virgen o de algún santo, en donde los fieles al pasar se humillan (se arrodillan).

Estas construcciones coloniales regularmente se localizan a la entrada o salida de los poblados, sobre el cruce de caminos como indicadores de direcciones y distancias. Esta función que se asigna a los humilladeros es la misma que tenían en el viejo mundo, pues Gonzalo Alcalde señala que el humilladero “es una capilla y hornacina de reducidas dimensiones, construida por la devoción popular, por lo general en las entradas o salidas de los pueblos, en los caminos o lugares señeros, en los cuales los viajeros invocaban la protección de la imagen para el viaje”

Una vez establecida la tipología de los humilladeros de Santa Elena Nohcacab, queda hacer una reseña descriptiva de estas construcciones. En primer lugar es importante denotar que, en cuanto a la distribución espacial de los seis humilladeros, se puede señalar grosso modo que cuatro de estos oratorios se encuentran localizados hacia los puntos cardinales dentro de la traza del lugar, tal como lo menciona Stephens; los otros dos adoratorios existentes se hallan ubicados hacia el poniente de la villa de Santa Elena Nohcacab.

El primero de estos humilladeros se ubica hacia al norte de la población, siguiendo la calle 18 (que está a un costado de la iglesia de San Mateo), hasta internarse a poco más de medio kilómetro sobre la bifurcación del sendero principal. Este humilladero se hallaba en las inmediaciones del antiguo camino hacia Ho’ (Mérida) y se distingue entre los otros oratorios por el estado de conservación de la pintura mural polícroma sobre relieve, en la cual se pueden apreciar motivos vegetales.

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