El niño abandonado por su madre pero que fue cuidado por una vaca ahora reclamaba su herencia, a través del abuelo, el antiguo vaquero. Este dijo al hacendado: “Tienes que entregar la herencia que corresponde a tu hijo”, pero el hacendado se negó.

Cuando vio que los animales caían muertos al salir del corral, tuvo que ceder y le dio al niño los demás vacunos. Waantul le dijo entonces a su abuelo: “Todas las demás cabezas de ganado son tuyas”. El hacendado se fue a otro rancho a vivir.

El niño se despidió de su abuelo y le dijo: “Yo me voy y sólo llevaré a mi mamá”. No se fue con su madre verdadera, sino con la vaca que lo amamantó y con una becerrita, que era su hermana. Después de este episodio final, el niño adquirió el nombre de Waantul que significa “dueño y señor del ganado”.

A Waantul se le puede ver como a un simple hombre pasando por el monte, ya sea a pie o a caballo. Pero su forma verdadera es la de un gran toro negro. 

Waantul es quien pone los espíritus dentro de los toros haciéndolos bravos para los vaqueros de las haciendas y para los toreros en la corrida, que es donde los lidiadores prueban su fuerza con los animales de Waantul.