Otra vez a brindar con extraños

Eran tan buenos en esa materia, que no solo engañaron a los incautos, sino que hasta se engañaron a sí mismos.

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Hemos visto un delicioso desfile de emisarios del pasado calderónico, de esos que al verlos te dan ganas de cantar el clásico de Rigo Tovar, ¡Oh, qué gusto de volverte a ver! Personajes que enarbolaban las banderas de la gran cruzada jilipesca contra el crimen organizado que hicieron pasar al sistema judicial mexicano de lo sublime a lo ridículo, en un ejercicio que revela a la pasada administración como una panda de maestros en el arte del engaño. Y eran tan buenos en esa materia, que no solo engañaron a los incautos, sino que hasta se engañaron a sí mismos.

Así, hoy aparecen antiguos funcionarios como el ex fiscal anticrimen, Ramírez Mandujano o el ex subprocurador Cuitláhuac Salinas, que al ritmo de “haya Seido como haya Seido” revelaron que lo que se suponía era una vigorosa y heroica institución no servía para maldita la cosa.

Sobre todo en el caso del general Tomás Ángeles Dauahare, que no solo coloca a la ex procuradora Marisela Morales en calidad de operadora de los berrinches de Calderón que, ya viéndolo bien, no son muy distintos a los de la #LadyProfeco. La diferencia es que mientras la chica cuando mucho te avienta a los inspectores de la Profeco para que te cierren tu changarro, el ex nada preciso te organizaba un compló mongol de película del Santo vs la Tetona Mendoza para que acabaras en el tambo.

Pero como todo estaba más mal hecho que el paso de Vergara con las Chivas, Jelipillo montaba un circo y le crecían los enanos, la mujer barbada se quedaba lampiña y todo terminaba cual michoacanazo-hankazo mal parido.

Y no hubo nadie que le regalara a la trinca Marisela-García Luna-Calderón, tan siquiera una temporadita de CSI o la colección de Peter Pérez, el detective de Peralvillo.

Cuando el hoy procurador afirma que la PGR “actuaba por intuición”, a través de “círculos perversos”, con puras “urgencias” como para que uno llegue a la conclusión a la que ya habíamos llegado más o menos a medio sexenio, que en lo general era un verdadero desmadre. Bueno, también existió una vez un buen grupo de mexicanos que decían que la impartición de justicia durante el calderonato era la neta, que los críticos a la narcoguerra eran puros resentidos sociales, que el aparato de seguridad era una cosa esplendorosa y que don Felipe de Jesús era un patriota, un valiente y un chingón, no necesariamente en ese orden.

Igual todo fue producto del karma. Por haber dejado en el oprobio y el desamparo el caso de la guardería ABC.

Ahora, otra vez a brindar con extraños.

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