El gradual reparto de delegaciones federales, algunas de ellas recuperadas para Quintana Roo, ha sido oxígeno para una clase política priísta que ha sido amenazada por la guadaña de la redistritación que algún día concentrará un considerable número de distritos en Cancún, descobijando al sur.

Delegaciones como el IMSS, Issste y Sagarpa llaman la atención de un puñado de quintanarroenses que padeció un ayuno de 12 años, desde el triunfo del panista Vicente Fox.

Y con el triunfo de Enrique Peña Nieto se intensificó el nerviosismo y el optimismo de integrantes de la clase gobernante estatal, quienes han aterrizado en posiciones estratégicas, como Desarrollo Social.

El médico Manuel Aguilar Ortega, quien pretende ser candidato a la alcaldía capitalina, ha sonado como posible delegado del IMSS, en sustitución del yucateco Jorge Río Pérez. Y al frente del Issste suena Rosario Ortiz Yeladaqui, Oficial Mayor de Gobierno.

No se trata de especular sobre las posiciones que ocuparían algunos, sino destacar el hecho de que las opciones están ahí para un bloque de políticos del PRI, quienes tendrían una opción nada despreciable, como el IMSS o Sagarpa. Desde hace muchas lunas la delegación del Instituto Mexicano del Seguro Social no es ocupada por un quintanarroense, pero ahora está latente esa atractiva posibilidad que no es garantía automática de un cambio radical para bien.

Pendiente el escenario definitivo del mapa distrital que mantiene en vilo al Instituto Electoral de Quintana Roo (Ieqroo) y a todos los protagonistas y figuras de los partidos, por las implicaciones demoledoras de cualquier escenario.

Cercano el proceso electoral, la moneda sigue en el aire y decenas de aspirantes permanecen en esta zona de arenas movedizas, aguardando la caída del último out sin dejar de maniobrar para fortalecerse en municipios bajo amenaza de ser damnificados, como Othón P. Blanco, Bacalar, José María Morelos, Lázaro Cárdenas e Isla Mujeres.

Catedráticos faltistas en la Uqroo

A algunos catedráticos de la Universidad de Quintana Roo (Uqroo) se les está pasando la  mano, ya que a la menor provocación cancelan clases, sea por un partido de fútbol, por el Día del Amor y la Amistad o por sus tareas burocráticas.

Los alumnos conocen muy bien al puñado de catedráticos faltistas, para quienes la calidad de la educación es un discurso hueco para impresionar a los incautos, mientras naufraga en las aguas de la mediocridad este ambicioso proyecto de educación superior.

Lo cierto es que este acto irresponsable se ha extendido en todas las áreas, sin que una autoridad tome cartas en el asunto. Muy mal están las cosas en esta casa de estudios fundada por el gobernador Miguel Borge Martín a principios de la década de los 90.