Qué tienen en común la empresa que fabrica Aspirina, Bayer, y la automotriz alemana Daimler? ¿En qué coinciden la aseguradora Axa y la empresa de alimentos suiza Nestlé? ¿Qué objetivos y valores comunes profesan Pepsico y la holandesa Philips?

Estas empresas, en conjunto con otras de amplio reconocimiento público —American Express, Banamex, Unilever, Toshiba, Siemens, Microsoft, etcétera—, se reunieron hace pocos años para fundar el Consejo Ejecutivo de Empresas Globales (CEEG). El chiste de este grupo es tener una interlocución directa con la autoridad y con la sociedad para promover algo muy sencillo: la competitividad de México.

El presidente del CEEG es Pedro Padierna, que también es presidente de Pepsico. Cada mes los directores generales o presidentes de las empresas de este grupo se reúnen para discutir temas con los que levantan la mano frente al gobierno, defendiendo principios.

Las ventas anuales de estas empresas son gigantescas: 3 mil millones de dólares; y sus inversiones en capital fijo llegan a 164 mil millones de dólares. No hay empresas mexicanas ahí. El CEEG opera con cierto presupuesto, pero no tiene una estructura grande; más bien funciona prácticamente con el voluntariado de los ejecutivos que lo integran.

Recientemente el CEEG produjo un documento titulado “Agenda para la Competitividad 2012-2018”. En él se lee: “Los principios de la agenda de competitividad aquí propuestos son: (1) la inclusión; (2) estabilidad macroeconómica y disciplina de las finanzas públicas; (3) la economía del conocimiento; y (4) el Estado de derecho.”

A partir de la entrada del nuevo gobierno, ya con su agenda de competitividad como línea discursiva, el CEEG querrá ser un interlocutor público cada vez más visible.

La diferencia con otros organismos empresariales es notoria, porque éste, además de diagnosticar la problemática nacional, también propone líneas de acción. Sus agremiadas se comprometen a: (1) Desarrollar proveedores; (2) invertir en parques y centros de excelencia logística; (3) incrementar los intercambios laborales con otros países; (4) recuperar espacios públicos; (5) cumplir con estándares estrictos de gobierno corporativo. Y muchas cosas más. Sí.