El PAN como opositor

El horizonte político de Acción Nacional en estas condiciones es amplio y promisorio, no pudiéndose descartar de ninguna manera que pueda recuperar la Presidencia...

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Cuando Fox asumió la presidencia se hizo evidente la dificultad del PAN de desempeñarse como partido de gobierno. El primer gran saldo de esto fue la incapacidad del guanajuatense y su partido para jugar el papel histórico que les tocaba y cristalizar la transición democrática en cambios constitucionales que transformaran el sistema político. En lugar de ello, supusieron que los viejos instrumentos jurídicos e institucionales del régimen de partido de Estado serían suficientes para gobernar la nueva pluralidad política. A esto siguieron, entre muchas otras cosas, el prorrateo del excedente petrolero entre los gobernadores, la insensata guerra contra el narco de Calderón y la institucionalización de las partidas de los moches en la Cámara de Diputados.

Habiendo perdido la elección de 2012, sin embargo, el PAN volvió a su medio natural, la oposición, en donde se desempeña magistralmente. Su enfoque estratégico en estos años ha sido una apuesta franca por la desmemoria del electorado. Le ha resultado muy fructífera. La más clara evidencia de ello fueron las elecciones locales de junio, donde ganó una cantidad inusitada de gubernaturas, capitalizando el extendido descontento de la ciudadanía con sus condiciones de vida y con la corrupción a la que se la atribuyen. En estos procesos, Acción Nacional acreditó que, en los espacios en los que es oposición, puede convocar exitosamente a los votantes enarbolando el combate a esos males. En la perspectiva de la elección presidencial de 2018, es de esperar que esta línea de acción se mantenga.

Es cierto que el proceso el PAN no dispone de una ventaja tan evidente como la de Fox en 2000, pero también lo es que, a apenas cuatro años de salir de Los Pinos, ha visto el descrédito ganado en doce años de ineficacia política y económica desvanecerse ante la frustración del electorado con los resultados del actual gobierno. La inmediatez y volatilidad de la opinión pública no sólo han hecho desaparecer del debate político los severos problemas nacionales que los gobiernos panistas no pudieron solucionar o que incluso generaron, permitiendo que este partido compita como un opositor sin carga de responsabilidad en el estado de cosas.

El horizonte político de Acción Nacional en estas condiciones es amplio y promisorio, no pudiéndose descartar de ninguna manera que pueda recuperar la Presidencia de la República. Esto, en la nueva lógica interna panista de disputa por logros y encumbramientos personales, puede resultar, paradójicamente, una de las contradicciones más difíciles de superar en el esfuerzo de lograr seis años más de un gobierno que, hasta donde puede verse, no traerían nada que no hubiera fracasado ya en sus otros dos sexenios.

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