Para esto quería regresar Rosario Robles

Siempre le escuché decir que ese hipotético regreso se daría solo en un proyecto vanguardista, de izquierda.

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En más de una ocasión durante su largo invierno político (2004-2011), le pregunté a Rosario Robles si se imaginaba de regreso en la actividad pública. Las respuestas dependían de en dónde se encontrara en ese momento en la montaña rusa de los ánimos y las emociones. Pero siempre le escuché decir que ese hipotético regreso se daría solo en un proyecto vanguardista, de izquierda.

Por lo mismo, me dio gusto ver su discurso ayer en Las Margaritas, Chiapas, anunciando y trazando los vectores de la Cruzada Nacional contra el Hambre. Ver la firmeza con que usaba las palabras “indignante e inaceptable”, y también “decisión y generosidad”. Y los conceptos “erradicación del hambre”, “seguridad alimentaria y nutricional” o “pluralidad compleja”.

No sé si en la demodé geometría política esos términos sean rigurosamente vanguardistas y de izquierda. Lo central es que Rosario regresó para hacerse cargo de una estrategia que se compromete a que haya cero hambre en seis años a partir de una alimentación y nutrición adecuadas; a eliminar la desnutrición infantil aguda, a impulsar la participación comunitaria y la movilización popular.

Me dio gusto escucharla moderna, hablando de un universo tangible, medible y evaluable de 7.4 millones de personas, y no de esa cosa amorfa, demagógica y arcaica que son los pobres de México. Escuchar cómo aceptaba subordinarse a la estadística del Coneval, en vez de navegar con cifras hechizas,
fantásticas, inútiles.

Supongo que para esto quería regresar Rosario Robles, sabedora de la hostilidad y sevicia que la estaban esperando.

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