Tanto PAN como PRD enfrentan en Quintana Roo una situación complicadísima, con el desenlace del pasado proceso electoral del domingo siete de julio que quedará marcado con hierro candente en la conciencia de sus dirigentes y militantes, como un episodio traumático que obliga al consumo de somníferos.

Sus dirigentes Eduardo Martínez Arcila (PAN) y Julio César Lara Martínez (PRD) enfrentan una presión insoportable, tan incómoda que los ha puesto a la defensiva, ya que no cuentan con un argumento a su favor para justificar el desplome que los ha colocado al borde de la extinción.

Puestos de patitas en la calle en cinco Ayuntamientos, y con presencia discretísima en el Congreso –en el caso del PAN, que contará con tres diputaciones–, la oposición tiene un enorme desafío porque ha sido devuelta a principios de la década de los 90s, ya que el PRI tendrá el manejo total de la agenda política, desenvolviéndose como pavorreal.

Por ello los líderes del PAN y PRD ya no deben seguir buscando culpables ajenos, pasando a la etapa de la reconstrucción donde abundan las cenizas. Pero sobre todo deben hacer un replanteamiento a una estrategia en la que los agravios a su militancia han sido pan de cada proceso electoral.

En el caso del PAN, debe intensificar el trabajo de campo, permitiendo que otras figuras salgan a flote cuando estén en juego las candidaturas, evitando la designación de elementos improvisados que en la pasada elección tuvieron una baja cosecha de votos, por ser ampliamente desconocidos en sus demarcaciones

El PAN es un partido con historia que no debe ser más la dama de compañía de un perredismo que tiene su propia agenda e intereses, nada compatibles con un panismo conservador.

El PRD tendrá la oportunidad de atender otras zonas del estado, saliendo por fin de Cancún, atracción fatal que lo hizo perder presencia en los nueve municipios, a tal grado que en Bacalar hasta el PT los superó ampliamente.
La dirigencia del PRD tendrá que reconciliarse con la militancia que reclama atención, y esa democracia que presume ese partido al menos en el nombre, pero que ha sido una sucesión de agravios, humillaciones y decisiones autoritarias.

Los 15 años de la Casa de la Crónica

La Casa de la Crónica cumplió 15 años de una actividad tan trascendente, con el timón en manos del profesor Ignacio Herrera Muñoz, Cronista Vitalicio de Chetumal, quien ha hecho de su oficio una aventura apasionante.

El profesor Herrera ha mantenido en alto la antorcha de nuestra memoria histórica, vital para conocer el desarrollo de la capital del estado, asombrándonos con algunos episodios y anécdotas muy interesantes, desconocidas o del conocimiento parcial o impreciso de muchos.