En cuántas ocasiones no hemos escuchado en nuestro entorno que debemos de ser los mejores en lo que hagamos, que nos tienen que apasionar las actividades que realicemos y más si es nuestra profesión y nuestro ejercer diario.

Cuando estás en la universidad no lo tomas con seriedad, lo único que piensas es en divertirte y terminar la carrera para independizarte y comenzar a atender a los clientes que vayas consiguiendo; piensas que abrir una oficina o despacho es sencillo y los clientes van a llegar solos, incluso piensas en tener una oficina lujosa y en la cual tus clientes se sientan cómodos cuando te visiten. 

La realidad es otra: lo que se tiene que hacer es trabajar con amor y pasión, no importa el espacio en el que lo hagas, tus clientes no van a ir a contratar tus servicios por lo lujosas o modernas que sean tus oficinas o por lo grande que sean. Tus clientes van a buscarte por lo efectivo que seas como profesionista, los resultados que les presentes y sobre todo el profesionalismo que le entregues a tu trabajo. 

Para lograr cumplir dichos objetivos sólo hay un camino, y es amar lo que hagas y que tu profesión te apasione; con esto ni la hora ni la carga de trabajo serán obstáculos.