Pemex pierde a su mejor cliente

Olvídese de las inversiones tradiciones en yacimientos de aguas profundas o en tierra. Lo de hoy es el fracking (o fracturación hidráulica) y la perforación horizontal para reservas encerradas entre rocas.

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De este lado de la frontera se está cocinando una reforma energética para disparar la inversión y producción nacional de hidrocarburos. Pero, sin duda, la mayor reforma energética que afectará a México ocurrirá del otro lado de la frontera, con el segundo mayor consumidor de energía del mundo.

Según un reporte de la Agencia Internacional de Energía (AIE), para 2020 Estados Unidos se convertirá en el mayor productor de petróleo del planeta superando a Arabia Saudita y a Rusia. Incluso antes, en cinco años más, tiene programado alcanzar la autosuficiencia energética gracias a las fuertes inversiones que están realizando en producción y distribución de petróleo y de gas no convencionales. Un sueño que todos los gobiernos estadunidenses abrazan desde la crisis del petróleo de los 70.

Hoy el vecino del norte importa 20% de los energéticos que consume, pero esto comenzará a decaer en los próximos años. 

Esta es una información que tiene que estar entre los pilares del debate de la reforma energética en México, tanto desde el punto de vista del gobierno como de las empresas privadas que buscarán invertir en el país.
Pongamos los números en la mesa: hoy 7.4 dólares de cada 10 que vende Pemex vienen de su principal cliente, Estados Unidos. El pequeño remanente de ingresos es desde Europa y Oriente. 

El auge gringo no solo cambiará el mapa energético global (y los precios), sino también el tablero de la geopolítica tal cual lo conocemos. 

Pero no hay que dejar de lado un detalle, este boom no viene de los tradicionales pozos petroleros que decoran las escenas de la serie Dallas. Su mayor desarrollo se está dando en hidrocarburos no tradicionales: shale oil y shale gas (que se los conoce como petróleo ligero y gas pizarra o como petróleo y gas de esquisto). 

Olvídese entonces de las inversiones tradiciones en yacimientos de aguas profundas o en tierra. Lo de hoy, y lo que cambiará el panorama de Norteamérica, es el fracking (o fracturación hidráulica) y la perforación horizontal para reservas encerradas entre rocas. 

En la agenda de la reforma energética que el gobierno del presidente Peña Nieto espera aprobar este año, sin duda, tienen que estar las nuevas palabras (shale y fracking) y, ante todo, la nueva situación de autosuficiencia de nuestro (hasta ahora) principal comprador. 

¿O alguien se anima a cambiar las estrategias de su negocio sin mirar antes muy de cerca qué quieren sus clientes, o qué pasa si los clientes ya no necesitan comprarle más? 

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