Los legisladores del PRI entrarán el viernes a las cámaras con una agenda clara de lo que no quieren para el periodo que inicia ese día. Cero problemas con el IVA y Pemex. Nada de eso, por ahora.

Es una estrategia que puede ser criticada por cauta, no por falta de lógica. A pesar de los éxitos de arranque, el gobierno del presidente Peña Nieto no parece sentirse aún con fuerza para una batalla de riesgo contra la izquierda, como las reformas a fondo de lo fiscal y el petróleo. Sería un despropósito, por tanto, poner en peligro la intemperie de concordia que se vive desde el 2 de diciembre.

El presidente del PRD, Jesús Zambrano, dibujó bien la circunstancia al expresar ayer, 48 horas antes de que comience la plenaria de los diputados del PRI, cinco días antes del viernes 1, que están en “alerta roja” frente a la pretensión de permitir la inversión privada en Pemex. Puntualizó que es un tema que nunca se ha tocado en el Pacto por México.

Y como, hasta donde se sabe, el presidente Peña Nieto no ha dado marcha atrás en el proyecto que delineó en el libro México, la gran esperanza (noviembre, 2011), repitió en la campaña y remarcó en octubre en Berlín, la colisión sería inevitable. El proyecto de trabajar en una iniciativa constitucional para que haya más inversión privada en Pemex, “porque México no puede retrasar por más tiempo la modernización del sector, ni aferrarse a paradigmas ideológicos, porque estaríamos aplazando beneficios para todos los mexicanos”.

Llegará el momento, quizá en septiembre. Por lo pronto, el Presidente y su partido quieren darse todavía un periodo de gracia.