Peña y la seguridad: lo malo y lo bueno

Enrique Peña Nieto tuvo un gesto de reconocimiento y autocrítica al dar las cifras que dan cuenta de que el secuestro se ha incrementado durante el primer año de la nueva administración.

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Sorprendió, sin duda, que Enrique Peña Nieto tuviera un gesto de reconocimiento y autocrítica en la última reunión del Consejo Nacional de Seguridad Pública al dar las cifras que dan cuenta de que el secuestro se ha incrementado durante el primer año de la nueva administración que llegó con el triunfo del PRI en 2012.

Bienvenido que el Presidente de la República, a diferencia de sus antecesores, no pretenda ocultar la realidad ni presentar cifras maquilladas o justificar que los plagios crecieron 15% en un año atribuyéndolo a otras causas que no sean la virulencia del crimen y la ineficacia de los cuerpos policiacos para contener, disminuir y erradicar este delito de alto impacto.

Buena noticia, sin duda, que los homicidios causados por la guerra contra el crimen organizado hayan tenido una baja marginal, que, contrario a lo dicho por el gobierno federal, no pueden considerarse como una clara tendencia a la baja; y bienvenido también que el titular del Poder Ejecutivo federal haya instruido al secretario de Gobernación, Miguel Ángel Osorio Chong, que diseñe una estrategia para enfrentar la creciente ola de secuestros junto con el gabinete de seguridad que integra esa dependencia con la Procuraduría General de la República, la Policía Federal y las secretarías de Defensa y Marina.

Sin embargo, esto también representa una mala, pero muy mala noticia: que pasado un año de su llegada al poder esta administración se plantee el diseño de una estrategia contra el secuestro cuando llegó al poder, en buena medida, gracias al desgaste y las duras críticas que su partido enfiló contra la imprudente y mal planeada guerra contra el narcotráfico de la administración de Felipe Calderón y que, en contraste, ofreció combatir a los delincuentes con una política de inteligencia en materia de seguridad pública.

A la fecha, la percepción sobre los avances en seguridad pública, sin dejar de reconocer que hay algunas mejoras en la materia, se queda prácticamente en eso, en una percepción construida con una correcta estrategia de comunicación que quitó el foco de los temas de violencia y delito y lo puso, de manera muy exitosa, en los de pobreza, educación, telecomunicaciones, economía y energía, donde los avances concretos en materia de reforma no solo son innegables, sino los más importantes en la historia del México de los últimos 25 años.

Pero el éxito en materia de reformas no debe hacer olvidar que la inseguridad que vivimos los mexicanos es producto de seguridad y justicia, así como cuerpos policiacos que garantizan a los criminales más de 90 por ciento de posibilidades de quedar impunes cuando roban, matan, violan, secuestran, extorsionan, cobran derecho de piso, trafican con personas e inundan de droga el territorio mexicano y estadunidense.

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