Pensamientos limitantes
Todos arrastramos muchas creencias falsas y obsoletas que nos ocasionan molestias.
Puesto que no sabemos lo que son las cosas en realidad, sino sólo cómo nos las representamos, ¿por qué no hacerlo de manera que aumenten las posibilidades nuestras y de otros, en vez de crear limitaciones?- Tony Robbins, escritor
Hay partes de nosotros que habríamos tenido que abandonar mucho de tiempo atrás porque han muerto, pero seguimos aferrándonos a ellas; arrastramos la historia de nuestra infancia y de la niñez; nos quejamos de lo que nuestra pareja hizo ayer o hace diez años; y así incubamos ideas que nos limitan y pensamientos que nos entorpecen.
Hemos aprendido a aceptar limitaciones que están en nuestras propias creencias. Tenemos la libertad de elegir una nueva forma de pensar y con ello una nueva vida, siempre y cuando eliminemos el “entrenamiento” al que nos hemos sometido.
Liberarse nunca resulta fácil. Ejemplo: si un adolescente fue poco agradable en esa edad, no importa lo atractivo que sea de adulto, ya que en el momento que experimente un rechazo vuelve a ser el adolescente de entonces y experimentará parte de la inseguridad que había sentido en aquella época.
Todos arrastramos muchas creencias falsas y obsoletas que nos ocasionan molestias y momentos amargos. Olvidamos que somos dignos de ser apreciados y amados por la esencia divina que tenemos.
Con frecuencia no somos capaces de aceptar esa verdad que nos ayuda a confiar y a descargar el exceso de equipaje que cargamos. Pensemos que el Creador del universo nos ha considerado dignos de recibir el mayor regalo posible: ¡LA VIDA!
Nosotros creamos nuestras experiencias a partir del pensamiento y la imaginación. A veces rechazamos los regalos de la vida pensando: “No puede ser que esto tan bueno me esté pasando a mí”. En el fondo, creemos que no lo merecemos. Hay que aprender a recibir todo lo bueno y agradecerlo.
Una persona agradecida, es agradecida bajo cualquier circunstancia. Una persona que se queja, se quejará siempre aunque viva en un paraíso. Fijémonos en la sensación de estar vivos mientras nos concentramos en pensamientos de gratitud. Esta forma de pensar da más vida, los pensamientos limitantes la reducen.
Repitamos una y otra vez esta verdad: “He recibido el regalo de la vida y por ello soy valios@”. Agradezcamos este regalo soltando las cargas inútiles y viviendo cada día mejor, aprendiendo a amarnos a nosotros mismos y a los demás; viviendo libre y plenamente de ahora en adelante. ¡Ánimo! hay que aprender a vivir.