Quién habría de decirle al prócer cubano  José Martí, cuando era uno de los más fervientes seguidores del dramaturgo José Peón Contreras, en 1876, en el grupo Alarcón de la Ciudad de México, que aquel 'enorme Peón', como solía llamarle, se convertiría en el creador de la trova yucateca, tan emparentada con la de su país, al componer los versos de la canción Despedida, musicalizada por Chan Cil, en 1880. 

Sin embargo, así fue. Un año después del clamoroso éxito obtenido en la temporada del Teatro Principal de México, donde Peón Contreras estrenó diez obras y recibió  las Palmas Académicas, la sociedad yucateca, a través de sus  órganos informativos impresos, solicitó al propietario del  antiguo Teatro San Carlos, de Mérida, que entonces se llamaba Teatro Bolio, que lo rebautizara con el nombre del laureado poeta yucateco. Hecho que se consumó el 27 de diciembre de 1878, sin que  Peón pudiera asistir al acto.

Al volver a Mérida después de muchos años de ausencia y motivado por el reencuentro con un antiguo amor de juventud con quien disfrutó su estadía, Peón Contreras compuso  el poema Despedida, que fue musicalizado por 'Chan Cil': Despierta, luz de mis ojos, / que aquí está tu trovador, / que se viene a despedir; / niña, que te guarde Dios. / Qué triste estarás mañana / y qué triste estaré yo, / mañana cuando despierte /  y en oriente salga el sol. / Qué tristes los pensamientos, / qué triste del arpa el son, / qué triste al alma del hombre / que hoy viene a decirte adiós.  / Adiós, bien mío, mi dulce bien, / Adiós, no llores que he de volver, / adiós, que sólo que yo me muera, / nomás, mi vida, no volveré... 
Y se sabe que Peón volvió varias veces más.