Perezoso, inexperto, caprichoso y otras chuladas más

La cuestión es que el presidente Peña apostó por el IFAI para ser un órgano nacional de transparencia de todos los órdenes y áreas de gobierno.

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El comisionado del IFAI Ángel Trinidad dijo de su nuevo presidente, Gerardo Laveaga, que era un perezoso, inexperto y que vota a capricho. Las palabras revelan que el comisionado Trinidad es un mal perdedor y, también, la descomposición que existe en el IFAI. Si así se llevan quienes lo presiden, ¿cómo estarán las cosas con la tropa? El impugnante aporta datos duros sobre el rezago en el desempeño del ahora presidente. Nada bueno espera al IFAI con él al cargo.

La cuestión es que el presidente Peña apostó por el IFAI para ser un órgano nacional de transparencia de todos los órdenes y áreas de gobierno. Por sus actos queda claro que no están preparados para ello y que no son lo mismo las comisionadas Jacqueline Perschard, María Marván o María Elena Pérez-Jaén que los caballeros Laveaga y Trinidad.

El problema con los órganos autónomos federales es mayúsculo y generalizado. Las remuneraciones formales e informales son ofensivas. El derroche es la constante y la corrupción en adquisiciones está a la vista. Lo mismo ocurre con el IFE, el Trife, la Cofetel, el IFAI o la Comisión Federal de Competencia. Además de la arrebatiña, los miembros de sus órganos colegiados superiores andan en el enfrentamiento y, en no pocas ocasiones, en la defensa de los intereses de quienes los promovieron. El balance que puede hacerse ahora es que muchos de éstos han entrado en una fase de deterioro y, otros, nunca han hecho algo que les dignifique.

La precaria confianza en los poderes federales llevó a la creación de órganos autónomos. En algunos casos se justifica y es imprescindible, como es el Banco de México y el INEGI, al margen del descrédito que ha ocurrido con otros. Lo cierto es que muchos de los órganos autónomos están peor que el gobierno federal. La creación de fideicomisos o las autoindemnizaciones son una forma más de ofensa. El escándalo en el Instituto Electoral del DF es uno más de los variados ejemplos.

La idea de órganos autónomos no era mala, pero, como todo, las instituciones recaen en personas; serán tan buenas o malas como sea la calidad de quienes las dirigen.

Twitter: @berrueto
 

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