¿Periodistas o tuiteros?

No es raro abrir el portal web de un medio informativo y toparse, en las secciones de opinión, con individuos cuya característica principal es tener un gran éxito en Twitter.

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El debate está abierto, ¿qué se es tuitero o periodista? Una errónea pero espectacular respuesta la podrían estar dando algunos medios de comunicación, grandes corporativos o pequeños modelos periodísticos que parecen incapacitados para entender y aplicar las nuevas formas de flujo de información que las tecnologías surgidas vía Internet han traído.

No es raro abrir el portal web de un medio informativo y toparse, en las secciones de opinión, con individuos cuya característica principal es tener un gran éxito en Twitter, es decir, un gran número de followers (seguidores), los cuales se convierten en mercancía simple para las editoriales: a mayor oferta de potenciales lectores, mayor potencial de ingreso por publicidad.

Algunos incluso les han conferido el espacio y la denominación de periodistas, ya no se diga de analistas temáticos, aun cuando se trata de opinadores que podrían ser entendidos desde la perspectiva de aquella famosa frase del detective interpretado por Clint Eastwood, Harry Callahan: “Las opiniones son como los traseros, todos tenemos uno”.

Tan cierto. Cualquiera puede emitir una opinión y referirse a un tema del que sepa mínimo dos detalles, o la novedad al respecto, pero ¿dónde queda el análisis de fondo, la explicación, la verificación de los datos que debe ser intrínseca al análisis periodístico?

Parece tan fácil tomar dos datos del propio seno del social media –redes sociales virtuales–, unos cuantos comentarios expresados por los followers de sus líneas de tiempo y establecer eso como una tendencia que deviene prácticamente en verdad aceptada. Nada más irracional e incluso, en algunos casos, antiético.

Es un negocio. Contratar al más famoso en social media y convertirlo en el TopStar. Mientras dure su fama. Difícil sería sostenerlo después si no representa clientes potenciales. Después darle libertad de opinión y dejarlo ser.

¿La diferencia? Periodistas de profesión, con experiencia, con capacidad de generar contenidos, de buscar información, investigar, describir con coherencia, estilo y con un tejido fino en la redacción… con cientos o miles de seguidores en Twitter.

Ahí debería estar la clave. Periodistas involucrados con las nuevas tecnologías.

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