El perro de cera (2)

El amo espió al perro y vio que el can se comía a los campesinos porque ya estaban escaseando los venados...

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El perro de cera que Batlis Chan había alimentado con su sangre ya había crecido mucho. Todos los días devoraba un venado y cazaba otro para que su amo lo comiera junto con sus compañeros. Pero, un día, desapareció un milpero y después otro. El amo espió al perro y vio que el can se comía a los campesinos porque ya estaban escaseando los venados. 

Entonces le dijo a sus compañeros lo que estaba pasando. Todos huyeron aprovechando que el perro había salido a cazar. Tomaron el camino hacia el pueblo. Pero el can los siguió hasta alcanzarlos y, ya estando cerca, reclamó:

“Espérame Batlis, tú eres mi madre, eres mi padre. No huyas de tu propia sangre”. En el camino vieron a un anciano j’men y le dijeron lo que pasaba. El viejo hizo una trampa con nueve pelos de su cabeza y con la planta chichibej. Así fue atrapado el perro. Luego le ordenó a Batlis que lo llevara al cerro Múulitk’aak’. Al llegar a este lugar, el cerro se abrió y allí quedaron encerrados el perro y Batlis Chan. Así pagó su osadía el hombre. 

Hasta ahora no se puede cazar un venado por allá. Si lo matan, no lo encuentran porque el perro de cera lo come. Sólo se evita si se pone cera a la bala.

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