Persistencia de la charlatanería

No sólo es explicar conceptos, sino corregir ideas erróneas que muchas veces forman parte importante de la identidad del público.

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En El mundo y sus demonios, Carl Sagan comenta su encuentro con un chofer curioso que le pregunta sobre ciencia. Lo que consideraba “ciencia” eran temas como médiums, profecías, curación con cristales, la Atlántida… 

Preguntaba “con un entusiasmo lleno de optimismo”. Sagan lamentaba decepcionarlo con sus respuestas. Para los divulgadores científicos, combatir las creencias pseudocientíficas es una labor ardua y dolorosa. No sólo es explicar conceptos, sino corregir ideas erróneas que muchas veces forman parte importante de la identidad del público. Es fácil herir sentimientos y causar desagrado.

Acabo de vivir algo así en Facebook, al discutir sobre homeopatía, pseudomedicina que nunca ha mostrado su efectividad en estudios clínicos controlados.

Una amable lectora preguntó, con genuina curiosidad: “¿Qué pasó con la salud de mi familia? Nosotros solo hemos recurrido a la homeopatía, desde que mi hijo mayor era un bebé. 

Al final, la lectora abandonó la discusión. Quedé preocupado. Como el chofer de Sagan, ella tiene auténtica curiosidad científica, pero durante muchos años ha estado expuesta a información falsa. Será muy difícil que cambie sus creencias de décadas; la discusión fue solo un intento por justificarlas y tranquilizar su mente. Aunque… ¿quién sabe?

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