Pizza Hut, mal; Papa John’s, fenomenal
Pizzerías hay muchas de calidad: desde CPK hasta Lucky Luciano, pasando por Domino’s
Guácala Pizza Hut. Por tener que permanecer dentro de mi casa muchas horas por una mudanza, sin mucho que cocinar, tuve que pedir una pizza el viernes a mediodía. Solía hacerlo hace tiempo a Pizza Hut. Me gustaba la que incluye queso en la orilla —algo de proteína dentro del carbohidrato. De manera que hice lo mismo.
Para mi sorpresa, la pizza fue una verdadera porquería. El queso dentro de la orilla no era el habitual, sino cheddar. No entiendo por qué algunas empresas de origen estadunidense insisten en que adoptemos sabores desagradables (el otro es el elote amarillo que te ponen en la cocina TexMex, como si fuésemos ganado). Los ingredientes no eran de la mejor calidad. La carne parecía de plástico.
Pero anteayer tuve que pedir otra pizza. Gracias a Dios y a las bajas barreras de entrada en este sector, el consumidor puede disponer de variedad y oferta múltiple. De tal suerte, busqué una sucursal cercana de Papa John’s.
Una delicia Papa John’s. Sus pizzas “americana” e “italiana” resultaron fenomenales. No quedó ni una rebanada (hubo consenso; no fui el único comensal). Sus ingredientes no pueden ser cuestionados, y uno tendría que ir al italiano Da Marco en Houston para notar una sustancial diferencia en este tipo de cocina (bueno, no tanto).
La teoría dice que la intensa competencia hace que las mejores propuestas de negocio sean preferidas por el consumidor cuando los oferentes dan el mismo precio. No obstante, a veces la realidad parece distorsionar un poco estas premisas. En el caso de las pizzerías, uno tendría que ver que las sucursales de Papa John’s empiezan a despuntar mientras que Pizza Hut disminuyen. Así ocurrió con Arby’s y Taco Bell hace años: en su categoría hubo mejores propuestas que perduraron. Pero no ha ocurrido así en pizzerías. Pizza Hut sigue siendo enorme.
Pizzerías hay muchas de calidad: desde CPK hasta Lucky Luciano, pasando por Domino’s. Competencia perfecta existe. ¿Qué explica entonces la supervivencia de una propuesta deficiente? La respuesta está en la información asimétrica, ese atributo de los agentes económicos que hace que uno pueda tener un orgasmo con una pizza —si eso le apetece—; mientras que otro la puede detestar.