El poder: bendición o maldición

Individuos vacíos y miserables internamente creen que pueden llenar sus vacíos interiores ejerciendo su 'poder' pasando por encima de quien sea.

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La pasión de dominar es la más terrible de las enfermedades del espíritu humano.-  Voltaire

El poder pone a prueba y revela la naturaleza de las personas. Si en el interior de un individuo existe debilidad, inseguridad y la angustia que éstas provocan, puede despertarse la pasión por el poder porque cree que, al ejercerlo, estará resguardado, protegido y seguro.   

Individuos vacíos y miserables internamente creen que pueden llenar sus vacíos interiores ejerciendo su “poder” pasando por encima de quien sea o de lo que sea con tal de lograr malsanas ambiciones y el control de situaciones y personas. 

Al individuo con pobreza interior lo seduce la pasión del poder que es de las más fuertes y destructivas, tanto por el daño irreparable que inflige a otras personas como a sí mismo, ya que en algún momento tendrá que asumir y padecer las consecuencias de sus actos. 

El poder se vuelve dueño del individuo cuando tiene la obsesión neurótica de demostrar lo grande y poderoso que es. La historia nos refiere casos extremos como el de Adolfo Hitler, a quien el poder lo llevó a la locura de grandes crímenes de lesa humanidad.  

A este tipo de persona su autoritarismo lo hace sumamente intolerante, rígido e intransigente y quiere que todo y todos se adapten a él y a sus inescrupulosos fines. Individuos enfermos de “afán de poder” se encuentran tanto en el medio político como en el laboral, familiar o de pareja; se puede advertir el desdén, la prepotencia, la insensibilidad y hasta actitudes denigrantes hacia otras personas. 

Hay que reconocer y enfatizar que no todas las personas que acceden al poder se vuelven malvadas, solamente les sucede a las que son insignificantes, inseguras y resentidas, ya que quienes están equilibradas y  sanas interiormente se sirven del poder para que reine la libertad, la igualdad y la fraternidad que dan como resultado el bien común. En la política, como en diversos ámbitos, el poder es un deber para servir a través de él y nunca para servirse de él. 

Hagamos votos y colaboremos ejerciendo nuestro poder como ciudadanos, como cónyuges, como padres y como trabajadores con grandeza de miras buscando siempre el bien de todos.  

¡Ánimo! hay que aprender a vivir.

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