Polémica entre la ONU y el Estado del Vaticano

Los infractores en muchos casos fueron trasladados a otras parroquias en donde podían seguir atacando.

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En diferentes décadas del siglo XX se escucharon múltiples reclamos contra sacerdotes católicos acusándolos de abusos sexuales contra niños y jóvenes, algunas de las acusaciones provenían de países como Estados Unidos, México, Irlanda, Alemania, Italia y Bélgica, señalando que muchos de estos abusos habían sido cometidos principalmente en escuelas católicas e incluso en seminarios, orfanatos y casa de asistencia para jóvenes; al reclamo por la falta de protección de los niños y jóvenes  abusados sexualmente se unió una condena reiterada contra el manejo que la Iglesia Católica le dio a la situación.

Los infractores en muchos casos fueron trasladados a otras parroquias en donde podían seguir atacando sexualmente a los menores, se les sometía al Derecho Canónico y no eran entregados a las autoridades civiles para ser sometidos a juicios civiles; a las víctimas se les solicitaba guardar silencio para no desprestigiar a la Iglesia y los programas para protección, rehabilitación y compensación de las víctimas eran escasos o prácticamente inexistentes.

El miércoles de esta semana el Comité de Protección de los Derechos de los Niños de las Naciones Unidas publicó un informe llevado a cabo en los últimos 6 años, en el que critica abiertamente las decisiones del Vaticano al permitir “políticas y prácticas que llevaron a la continuación de abusos a menores y a la impunidad de los responsables”, no haber reconocido la gravedad de los crímenes y no haber tomado las medidas necesarias para terminar con ellos.

Solicitó abrir los archivos sobre casos de pederastia y los religiosos que los han encubierto; entre sus recomendaciones se encuentra el destituir de inmediato a aquellos sacerdotes reconocidos o sospechosos de abusos contra menores. Es completamente entendible que se denuncie y expulse a los sacerdotes reconocidos como pederastas, no lo es tanto el intentar que la misma suerte corran aquellos que solamente son sospechosos sin que se les haya probado delito alguno, lo aconsejable sería suspenderlos mientras se realiza la investigación y se puedan esclarecer los hechos.

La muy entendible preocupación de la ONU comienza a mostrar otras áreas de interés distintas a la protección de los menores, el informe del comité de la ONU sugiere a la Iglesia, entre otras cosas, modificar su enseñanza sobre temas como la práctica homosexual, el aborto, el control de la natalidad y ha solicitado que las escuelas católicas cambien sus libros de texto eliminando lo que ellos consideran estereotipos de género. Bill Donohue, director de la Liga Católica en Estados Unidos, afirmó que “el comité de la ONU utiliza el abuso sexual de menores como pretexto para su verdadero objetivo: quiere que el Vaticano se someta a su autoridad”.

Este jueves el Observador Permanente del Vaticano ante la ONU, el arzobispo Silvano Tomasi, aseguró que el Vaticano responderá, porque siendo un Estado parte de la Convención sobre la protección de los niños “tiene la intención de observar el espíritu y la letra de la misma, sin adiciones ni imposiciones ideológicas que van más allá de ella”, pero no dejó de señalar que eso no significa que la Iglesia deba renunciar a su enseñanza sobre diversos temas morales como el aborto o la contracepción.

A pesar de lo negativo del informe se reconocen los esfuerzos realizados por el papa Francisco, como la creación de un comité de la verdad en 2013; un aspecto no mencionado en el informe es el hecho de que Benedicto XVI, entre 2011 y 2012, expulsó a casi 400 sacerdotes por problemas relacionados con el abuso sexual de menores.

La ONU tiene el derecho, el deber y la autoridad para solicitar enérgicamente al Vaticano acciones inmediatas que garanticen la seguridad y el respeto a los niños y jóvenes, entregando a los sacerdotes pederastas a las autoridades civiles; a lo que no tiene derecho es a pretender cambiar las enseñanzas doctrinales de la Iglesia argumentando que esto generará una mayor seguridad en el tema.

A todos, especialmente a los religiosos pederastas, les convendría mucho recordar un texto que aparece en los tres evangelios sinópticos: Mateos, Marcos y Lucas. “Pero al que escandalice a uno de estos pequeños, más le vale que le cuelguen al cuello una de esas piedras de molino que mueven los asnos y le hundan en lo profundo del mar”. Esta es, sin duda, una de las condenas más fuertes que Jesucristo llegó a pronunciar y como dice la escritura: “El que tenga oídos que oiga”.

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